Una serie de eventos desafortunados
La historia inicia con los caballeros del Rey Arturo, quienes aguardan a Merlín (Stanley Tucci) para dar por finalizada una batalla gracias a su magia. Este mago es bastante chanta y desconoce acerca de hechicería, por lo cual su única salvación son los Transformers.
Si tenemos algo para rescatar de esta quinta película basada en los famosos juguetes de Hasbro, es el inicio. Una buena secuencia de acción medieval que despierta el interés del espectador, da comienzo a una historia donde el bien y el mal se enfrentan, como sucede en las cuatro anteriores películas y en cada una de las que conforman este tipo de género, pero tiene esa modificación en la historia que ya conocemos de los caballeros de a mesa redonda, que le agrega un plus.
Pero una vez que la trama nos ubica en la época actual, todo comienza a empeorar. No solo por el desgaste propio de una saga que no encuentra nada nuevo para ofrecer al espectador, sino porque ya muestra un deterioro en la acción, los personajes, el humor y los efectos. El argumento se vuelve por momentos delirante (mencionaré tan solo Cuba para no spoilear) e intenta unir los hechos ocurridos en la anterior película (la primera de la saga protagonizada por Mark Wahlberg), y a la vez origina nuevas historias introduciendo personajes que en ocasiones se los olvida fácilmente y retoman hacia el final. Hay un intento de apelar a la familia, pero que queda desdibujado.
Podemos decir que la actuación de Anthony Hopkins es lo único que funciona, como un lord inglés y último guardián de una logia secreta que protege el secreto de los Transformers desde hace 1600 años. Tiene algunas escenas interesantes de humor con su mayordomo Cogman (Jim Carter), un viejo robot similar a C-3PO. Porque tampoco se privaron de tomarse licencias creativas de Star Wars, por eso también aparece un singular robotito con características que nos recuerdan a BB-8 y naves militares que parecen cazas imperiales.
Y si Michael Bay se ha caracterizado por ser el iniciador de este tipo de films donde es necesario que todo vuele por el aire, no se entiende cómo es que se deja a Optimus Prime poluleando en el espacio y perderse la oportunidad de verlo más en medio de la acción. O la innecesaria inclusión de Bumblebee tan solo por tres minutos, si no fuera porque se planea un spi-off con él y no quieren nos olvidemos de su existencia.
Esta nueva Transformers llega al cine luego de una franquicia iniciada en el 2007 y los esfuerzos por hacer un producto de calidad no están a la vista. Muy por debajo de sus antecesoras, carece de timing (las líneas dramáticas de repente se rompen con un chiste constante), donde vemos lo mismo de siempre pero de forma más confusa, y resulta difícil pasar los excesivos 149 minutos que dura la película. Bay es un realizador que supo mover al público a las salas (la saga lleva recaudados miles de millones de dólares) de la mano de grandes efectos y explosiones, pero es momento de tomarse un descanso para reinventarse. O en algún momento el público dirá basta.