En varias ocasiones estuvimos en presencia de artistas que desafiaron las normas lógicas de la exposición pública y el éxito cuando estaban en su máximo esplendor. No por ser rebeldes, y añadir una cuota de misterio extra a su vida, sino, porque en la mayoría de los casos no pudieron soportar lo que la obra que interpretaban, provocaban en el público que los seguía. Por ese motivo algunos desaparecían y abandonaban todo, otros caían en una serie imparable de adicciones, y el resto, como es el caso del personaje que trata este documental dirigido por Ivan Wolovick, se corrían del foco de la popularidad y de la vorágine que traía aparejada la notoriedad.
Roberto “Palo” Pandolfo fue uno de ellos. Durante la denominada “primavera alfonsinista” era el líder de una de las bandas icónicas del rock nacional. Sus canciones sonaban en todas las radios y lideraban los rankings de ventas de discos, pero, por su filosofía de vida, no lo podía asimilar y sacar provecho de eso. Se dio cuenta que la masividad no era lo suyo y se corrió hacia lugares más tranquilos.
Por eso, durante este film, podemos apreciar que su lugar dentro del ambiente lo conserva, el reconocimiento de sus colegas es sincero. Pero esta realización no es un homenaje, sino que el protagonista nos permite inmiscuirnos en su territorio, su sagrado ámbito laboral que es un estudio de grabación, donde vemos el proceso que significa grabar un nuevo disco. Porque las canciones fueron compuestas, pero la producción del álbúm es un hecho creativo aparte. La selección de los temas, el ritmo, el valor conceptual, los arreglos instrumentales, etc., son elementos que se charlan y debaten para lograr el mejor producto posible.
La película transcurre prácticamente en su totalidad en dejarnos observar el trabajo de los músicos. La cámara es testigo preferencial y nosotros podemos espiar esos momentos que son reservados para unos pocos privilegiados. El director no pregunta, los deja hacer, no los interrumpe en sus charlas, es como un amigo silencioso, que todo lo ve y escucha, pero no opina.
“Palo” Pandolfo disfruta de todo. Cuando oye cada una de las canciones que recientemente grabaron entra en éxtasis, parece volar. Porque es un apasionado de lo que hace, y no reniega de la decisión que tomó. De algún modo, como dice en una de sus canciones, se reinventó para seguir siendo músico y poder continuar tocando lo que le hacía feliz, y de esa manera logró ser fiel a sí mismo.