Hay determinados factores que representan todo lo que uno repele del llamado tanque bombástico hollywoodense; el corte videoclipero, el vacío argumental; el patrioterismo barato sumado a la reducción de todo el mundo en “ese” único país, la presentación de personajes chatos, el sinsentido del efecto que noquea porque sí, y principalmente la acumulación de escenas de acción mal resueltas y disimuladas por un desconcierto general en el que poco importa qué es lo que vemos sólo vemos que está rompiendo todo a su paso.
Todo esto en los últimos años encontró su mejor/peor forma en Michael Bay y su saga mimada Transformers, que luego de acumular varias críticas (sin que se vean afectadas las recaudaciones, claro está) en sus entregas anteriores planea reinventarse en esta cuarta parte que suma varios actores de renombre a su panel. Desgraciadamente, tal reinvención no es tal, el germen del mal sigue estando ahí, ya que por otro lado, pareciera ser la receta de su éxito en las boleterías, en definitiva, lo único que importa.
Quiso el Dios casualidad que en la misma semana en nuestro país se estrenen esta nueva megaproducción estadounidense, que viene arrasando en su país y seguro lo hará aquí también, y probablemente el producto comercial nacional más criticado (en el sentido negativo del término) del año.
Como siempre, las razones para atacar aquel film son las mismas de hace rato, que atrasa en sus conceptos, que recurre a un humor chabacano y ramplón, que cosifica a sus personajes femeninos, que se gasta un dinero que no se ve reflejado en la pantalla, y que pareciera un producto destinado a un formato televisivo por sus escasos valores técnicos y actorales.
Sin embargo, haciendo una rápida comparación, en este film de Bay podremos ver conceptos e ideologías que pertenecen a aquel nunca desterrado cine apocalíptico propio de la Guerra Fría y el miedo nuclear de los ’50 y los ’60.
Se intenta amenizar el asunto con algo de humor entre humanos y robots, asunto que nunca despega y no despierta ninguna gracia simplemente porque los autobots ya no tienen carisma y menos los seres de carne y hueso.
Se destinan largas e incomprensibles escenas en mostrar las beldades semidesnudas de sus personajes femeninos, todos del tono modelo de pecho grande y labio carnoso, escenas de cámara lenta y pelo al viento como una publicidad de shampoo o maquillaje; y mejor no analizar las características de estos personajes fememinos, cuya única incursión en el guión se justifica únicamente con los amontonados minutos de esas escenas en las que son tratadas como un muestrario de bronceador y brillo corporal.
Tampoco el exceso de CGI encuentra vinculado, cada vez más parecido a la presentación previa a un videojuego. Por supuesto, tapado por ruido ensordecedor que más de una vez no refleja lo que vemos en pantalla; y presentaciones en 3D y pantallas gigantes como el IMAX que poco aportarán a la claridad del asunto.
Por último, ante tanto barullo, es casi imposible darse cuenta si Mark Wahlberg, Stanley Tucci, o Kelsey Gramer actúan bien o mal, y mejor que así sea, porque no lo hacen.
Detrás del guión se encuentra el experimentado Ehren Kruger quien se encargó de "Scream 3", "La Llamada", y las dos entregas anteriores de esto; porque sí, detrás de "Transformers 4" hay una historia, o algo que se le parece. Hay una familia que vive en el campo, el padre, Cade (Mark Wahlberg en plan hagamos el mayor ridículo posible) que es mecánico compra un camión viejo que resulta ser Optimus Prime, el cual pretendía mantenerse oculto (¿?).
Tal parece ser que Optimus decidió esconderse porque hay un grupo de científicos, agentes y empresarios desquiciados (Gramer y Tucci a la cabeza) que quieren capturarlo para utilizar su tecnología, o la que lo creo a él y a los suyos, para crear otros robots y usarlos como soldados, o algo así.
El asunto es que Cade, y su familia (entre la que contamos a Nicola Peltz, la carne del asunto) van a ayudar a Optimus y su banda a enfrentar la cuestión y en poco tiempo ya estamos en persecuciones por Asia, sumando a los Dinobots y los Decepticons (con Galvatron como líder)en una lucha por la supervivencia de nuestro planeta… porque de algún modo hay que justificar el título de esta entrega apocalíptica.
La saga de Transformers ha conseguido una suma de adeptos incondicionales y par ellos quizás el nivel de esta nueva entrega, cada vez más alejado de los primeros y entretenidos 40 minutos de la original, puede ser aceptable. Para el resto sepan que, de la serie animada de los ’80 ya no hay nada.
Un producto destinado a la confusión y al cansancio visual, uno sale después de verla como si hubiese corrido una maratón, cuando en realidad lo que ha visto es poco y nada.