La mejor síntesis analítica de esta película es E=MC2, y no porque la critica sea relativa, de hecho muchas veces lo es, sino que el filme mismo es una formula, la más conocida, desde todo punto de vista.
Pudieron cambiar algunos nombres de actores, Mark Walberg, Stanley Tucci, pero esto es más de lo mismo que se ha mostrado en las tres anteriores: un guión no sólo mínimo, sino paupérrimo, personajes repetidos hasta el cansancio, y los robots peleándose durante todo el metraje.
Mucha acción visual, música grandilocuente, ritmo vertiginoso, sólo constituida la variable del montaje, respetando el género, de cortes rápidos, todo puesto en función para que la receta siga dando réditos, económicos se entiende, no en pos de una búsqueda estética, narrativa, etc.
Pero lo que más atenta contra esta producción son sus 165 minutos, extendidos hasta el hartazgo, con giros extremadamente previsibles, cuando no inverosímiles, se alarga hasta el cansancio, por lo tanto aburre.
Todo lo que lograría poner en consideración, al producto como un volver a empezar de la saga, se estanca y se circunscribe a una repetición con un diferente staff.
No obstante esa permutación de nombres del elenco no logra distanciarse o cambiar su alma.
Esto podría estar sucediendo porque el director sigue siendo Michael Bay, el mismo que realizara la bochornosa “Pearl Harbor” (2001), con la única diferencia que ha mejorado, y mucho, la aplicación y la manufactura de los efectos especiales, por supuesto que vacuos, inconsistentes.
La historia propiamente dicha nos refiere que ya han pasado 4 años desde los acontecimientos en la ciudad de Chicago, la humanidad continua reparando los estragos, pero tanto los Autobots como los Decepticons han desaparecido de la faz de la Tierra.
Ahora un grupo, ya no tan agentes de CIA, a espaldas del Gobierno de los Estados Unidos está monopolizando la tecnología salvada en el ataque a Chicago para desarrollar sus propios Transformers.
Se pone al frente del proyecto a Joshua Joyce (Stanley Tucci), un arrogante diseñador que cree que los Autobots son "basura tecnológica", y se cree capaz de realizar unos robots infinitamente más evolucionados.
Mientras tanto Cade Yeager (Mark Wahlberg), un ingeniero inventor, que vive al borde de la quiebra junto a su hija adolescente Tessa (Nicola Pelts), encuentra un viejo camión semi-trailer casi destruido.
Al intentar repararlo descubre que el camión no sólo era un Transformer, sino que el mismísimo Optimus Prime, líder de los Autobots.
Cade cree que este descubrimiento le traerá la solución a sus problemas financieros, pero el poder no perdona y el descubrimiento le producirá consecuencias nunca pensadas por él.
Todo es demasiado maniqueísta: los malos son muy malos por definición y los buenos lo son por antonomasia; los pequeños dobleces de los personajes son tan burdos como no creíbles; los giros narrativos, sustentados desde le recurso del salvataje de ultimo momento, tan novedoso y sorprendente como cuando lo utilizó por primera vez en 1918 la escuela de Brigthon… y así llegamos a la batalla final.
Luego de la batalla, el final con la peor noticia: continuará...