Los negocios dictaminan el quehacer de Hollywood y es por eso que existe una nueva secuela en la saga de Transformers, luego del enorme éxito de las tres primeras partes. El director Michael Bay (Pearl Harbor) vuelve a estar a cargo de la saga, con Mark Wahlberg (Max Payne) encabezando el nuevo reparto, sin Shia LaBeouf a la vista. Con el equipo creativo renovado y una nueva situación argumental para el film ¿Transformers: La Era de la Extinción logra reiventar la saga como lo hizo el director Justin Lin con la saga de Rápido y Furioso en el 2009?
Para poder contestar la pregunta hay que empezar por la narrativa de Transformers: La Era de La Extinción, la cual fue escrita por Ehren Kruger, responsable argumental de las dos últimas entregas de la saga. Difícilmente puede haber una nueva perspectiva o mirada fresca en la franquicia al utilizar al mismo guionista, lo que sí se asegura es en caer en las mismas debilidades de los anteriores guiones, lo cual finalmente sucedió: Uno de los ejemplos más evidentes es que las motivaciones de los personajes son poco claras, en especial la de los antagonistas (por ejemplo, no es evidente por qué los humanos ayudan a destruir a los héroes, los autobots). Se hace claro que no supieron resolver el porqué de las acciones de los villanos y recurrieron al clásico "no importa ya que van a haber explosiones por doquier" que siempre se emplea en esta saga. Al no tener motivaciones claras la estructura de la historia empieza a derrumbarse, ya que no llega a tener importancia lo que pasa ni el destino de los personajes.
Al tratar de mantener todo esto de pie, la película empieza a alargarse y a emplear McGuffins (elemento que sirve para que la trama avance, pero que no tiene importancia en sí mismo) para poder mantener el ritmo. El problema de los McGuffins utilizados, la Semilla y el Transformium, es que evidencian la carencia creativa de no poder mantener la narrativa en movimiento sin recurrir a artificios ya utilizados hasta el hartazgo en la saga de Transformers.
El problema que genera las motivaciones confusas y los McGuffins obsoletos es que la información sobre la trama llega muy a cuenta gotas al espectador, por lo cual el largometraje tarda casi 1 hora en exponer el conflicto principal y para ese entonces el público perdió gran parte del interés en lo que sucede en la pantalla.
Por último, el guión es realmente inefectivo en lo que a diálogos y chistes se refiere, cuando Optimus Prime habla hace recordar a un Yoda menos inteligente ya que lo que dice es cursi o no tiene sentido alguno, pero en todo afecta un tono de solemnidad. El protagonista Mark Walhberg sólo habla en clichés e intenta en vano mantener la virginidad de su hija a través de argumentaciones poco creíbles. Todo esto contribuye a film con un tono esquizofrénico que no logra ni hacer reír ni a tomarse en serio lo que pasa durante su duración.
Por otro lado, Michael Bay sigue apostando a los diseños indescifrables de los robots, escenas de acción confusas, largas y aburridas, imágenes sobresaturadas, música fuera de lugar y tomas tan exageradas que causan gracia sin querer.
Contestando la pregunta del principio de esta crítica, Bay no logró renovar la franquicia (como sí lo hizo su colega Justin Lin con Rápido y Furioso) ni parece importarle, ya que Transformers: La Era de La Extinción dura 165 Minutos. A juzgar por la recaudación del producto, habrá otras secuelas más para probar cuán bajo puede caer esta saga. En definitiva, Transformers: La Era de La Extinción es igual a todas las demás entregas de esta saga.