Una vez terminadas las dos horas y 45 minutos que dura Transformers: Age of Extinction me di cuenta que no tenía nada severo que objetarle a Michael Bay. Se podrá decir lo que quiera de la calidad narrativa de la película, y de toda la saga en verdad, pero siento que con T4, Bay entrega su momento más explosivo dentro de la línea de los alienígenas de metal.
Lo que verdaderamente hay que hacer para disfrutar de esta cuarta batalla Autobot es apagar el cerebro y dejarse llevar por el clímax extendido que resulta ser toda la propuesta. Y no es moco de pavo decir eso, ya que todo el tiempo uno se puede preguntar "¿Y cuándo termina?" que, fácil, a la película le faltará media hora para llegar a los créditos. Sí, hay una falta de edición preocupante dentro del método Bay, pero lejos T4 es la iteración de la saga que menos enfurece por sus decisiones de guión y caprichos del director.
Ehren Kruger parece que aprendió de sus anteriores errores en las partes 2 y 3, y acá lima un poco las asperezas de lo que significa aportarle toques de comedia a un film de aventuras y no marinarse en el exceso. Hay muchas arbitrariedades en la historia, algún que otro cabo suelto, pero nada que termine molestando. No hay que pedirle tridimensionalidad Freudiana a sus personajes, ni grandes giros del guión, pero tampoco falta de respeto para con la platea -como el caso de la segunda parte- y en eso, Kruger satisface las demandas de un peliculón del estilo.
La decisión de saltar cinco años en el tiempo y pegar borrón y cuenta nueva con un elenco renovado y más adulto, con Mark Wahlberg al frente, demuestra un atisbo de parte del director por querer cambiar las cosas. Por supuesto, estamos hablando de Michael Bay, mucho cambio no va a haber, así que van a haber explosiones por el sólo hecho de que las haya, persecuciones adrenalínicas, efectos especiales de última tecnología, y el usual fetichismo por seguir bien de cerca los cuartos traseros de la secundaria femenina, cuyo papel en este caso recae en Nicola Peltz, que no desentona con las anteriores féminas de turno y sale bien parada de la batalla que le espera a ella y a su familia, tan bien parada que el rímel nunca se le corre y el humectante labial siempre brilla en su boca.
Por una vez, los humanos tienen algo de sentido dentro de la trama. El Gobierno quiere eliminar a todo extraterrestre que se le cruce en una razzia gigante y los villanos en Kelsey Grammer y Titus Welliver le hacen frente a la amenaza, mientras que Wahlberg y compañía encarnan al prototipo de familia americana que tanto le gusta mostrar a Bay, acompañados de un Stanley Tucci al cual ningún papel le sale mal.
El universo Bay está vivito y coleando en Transformers: Age of Extinction. No creo que a esta altura alguien entre a la sala esperando ver algo que no es, ni tampoco uno se puede ofender ni juzgarla al mismo nivel de una de Woody Allen. Por supuesto que saldría perdiendo si fuese el caso, pero con T4, Bay sigue demostrando que para romper todo sigue siendo el Rey, y encima le siguen dando plata para cumplirle el capricho. Por eso es que hoy le doy a Michael mis dos pulgares arriba, y celebro que siga rompiendo todo este año, y durante muchos años más.