La era de la (no) renovación
La saga Transformers tuvo un comienzo auspicioso. El cine de Michael Bay venía agotado después de La Isla y Bad Boys II, pero en los robots extraterrestres que se transforman en medios de transportes encontró una especie de salvación. El resto es sabido, la primera fue un éxito, la segunda aún más y la tercera se metió entre las diez películas más taquilleras de la historia del cine. La calidad de las mismas… Bueno la uno está muy bien, la siguiente es un pelotazo tremendo y la tercera cierra decorosamente una saga que se fue desinflando con el pasar de las entregas.
Transformers 4 venía para comerse los chicos crudos. Qué iba a ser un reboot, qué iba a transcurrir en el espacio exterior, qué iba a estar protagonizada por Jason Statham, que Optimus iba a ser piloteado por Hugo Moyano, etc. Pero nada de eso paso y T4 es una nueva entrega que narrativamente continua en los Autobots y Decepticons y no en los humanos. Se fue Shia LaBeouf e ingresa Mark Wahlberg. ¿Renovación? No, todo sigue igual de bien. Ponele. No voy a hablar de que se trata la historia porque es la misma ensalada de humanos y Autobots contra los Decepticons pero con algunos distintos condimentos. Había cierta ironía la relación del hipster de LaBeouf y la bomba sexual de Megan Fox, algo que se perdió en la tercera parte con la fallida sustitución a cargo de Rosie Huntington-Whiteley. Ahora con la entrada de Mark Wahlberg la cuarta parte gana a pleno en la participación de un actor con estirpe, con peso específico delante de la cámara ya sea para los one liners cómicos como para las secuencias dramáticas, pero pierde al no tener esa simpatía que tenía añadida a su figura de nerd salva mundos de LaBeouf. Si Wahlberg protagonizaba una película así hace unos, digamos, 678 (?) años el resultado hubiese sido espantoso, en cambio desde hace una década que se encuentra en un gran momento y se le cree todo lo que haga.
Bay tiene la “habilidad” de hacer las películas más largas sin desarrollarte un carajo a sus protagonistas. Es crack. Transformers 4 son 2 horas y 45 minutos de… Mmm… Bueno de robots que se convierten en autos que pagan el “impuesto por ser de lujo” y que se cagan a trompadas entre ellos para destruir/proteger el planeta tierra. No hay curva, ni ascendente ni descendente, de los personajes humanos. Quizás Tessa (hija del personaje de Wahlberg interpretada por Nicola Peltz) sea la única que tiene un proceso de aprendizaje, el resto bien gracias. Si esta cuarta entrega se tomase más en joda no habría objeciones al respecto pero el problema con T4 es que Bay se toma todo muy en serio. Hay secuencias que quieren ser irónicas, como la del cine abandonado, pero que terminan dejando un impostado sello de autoconciencia. Ojo este inconveniente es el mismo de toda la franquicia pero como se sigue facturando a pleno “la era de la renovación” de los queridos Transformers va a seguir esperando.
El problema con el cine de Michael Bay es cuando se toma todo muy en serio.
Cuando Bay pega el tono, como en la Transformers del 2007, le sale una muy buena propuesta, pero cuando quiere hacerse el cómico como en la segunda le sale cualquier cosa. La tercera resultó un buen hibrido entre la seriedad de la debutante y a búsqueda de comicidad de la siguiente. La cuarta de alguna manera intenta apostar por el lado más humano de la franquicia pero no le sale por el torpe desarrollo en los personajes de carne y hueso.
Transformers 4 esta poseída, recargada, inflada con los esteroides de la genial Pain & Gain con todo lo bueno y lo malo que eso conlleva. Por momentos no sabemos para donde carajo va y está llena de resoluciones inentendibles a pesar de que al ser la más larga de la franquicia tenía tiempo para resolver con sobriedad ciertas arbitrariedades. Promediando la película el bueno de Miguelito Bahía se empantana maaaaaal (la narración nunca fue su fuerte) y entra en un insufrible bache de encuadres “cancheros”, pelos al viento y música estridente en donde de buenas a primeras vamos a parar sin escalas a Hong Kong para librar la batalla final. Léase entre líneas que en realidad nos vamos a China para vender más entradas en un mercado que les va a hacer ganar una bocha de guita a sus productores (T4 superó allí la recaudación de los Estados Unidos) pero como el escenario está bien aprovechado y los chinitos que aparecen son queribles, especialmente la linda de Bingbing Li, le damos el visto bueno.
Lo bueno es que cuando la película se estanca hace aparición el inmenso Stanley Tucci para darle fluidez y desenfado a la pesadez narrativa de Bay. Tucci entiende todo y ya en su primera aparición empezamos a caer en la cuenta que a partir de allí Transformers 4 va a encontrar el tono festivo y desprejuiciado que necesitaba la película. ¿Mérito de Michael Bay que aprovecha la figura del actor de El Diablo Viste a la Moda? ¿Mérito exclusivo del carisma de Tucci que siempre genera empatía? Who cares, la cuestión es que ahí la cuarta parte acelera a fondo y nos lleva a destino con soltura y desparpajo.
Transformers 4: La Era de Extinción sigue en la línea de éxito taquillero de cuestionable pero querible calidad de sus obras predecesoras. Luego de 4 entregas la saga que reclama vientos de cambio seguirá a la espera de la era de la renovación.