Don Quijote de Balvanera
‘Tras la pantalla’ es un documental sobre Pascual Condito, célebre distribuidor de cine argentino y personaje excéntrico de la industria.
Todos los que tenemos alguna relación con el mundo del cine argentino conocemos a Pascual Condito y tenemos alguna anécdota delirante con él. Es de esas personas que uno mira y dice “con este tipo hay que hacer una película”. Pero no una película de ficción, porque lo interesante no es su historia de vida -aunque un poco también- sino su persona, su forma de hablar, su ropa, su presencia, su pasión, su entorno, su atmósfera. Pero, también conociéndolo, era difícil poder hacer un documental con él. Marcos Martínez lo logró.
Condito es un distribuidor de cine. Para el que no lo sabe, un distribuidor es el nexo entre el productor de una película y las salas exhibidoras, los cines. Es el que se ocupa de la promoción de una película, el que la “defiende”, digamos. Su distribuidora, Primer Plano, es de las llamadas independientes, que compite con las majors como Warner, Fox y Buena Vista. Durante mucho tiempo, se dedicó casi exclusivamente al cine argentino.
Tras la pantalla es un documental que retrata a Condito en su legendaria oficina de la calle Riobamba, atestada de fotos, VHS, DVD, afiches, papeles y toda clase de memorabilia. Hablando por teléfono, peleando precios con distribuidores extranjeros, discutiendo con sus hijos y empleados y debatiendo con diferentes personajes de la industria: directores, periodistas, productores, exhibidores.
En poco más de una hora, la película logra entrarle a Condito por tres wines: la relación con sus tres hijos, los problemas de la exhibición del cine argentino, y su historia de inmigrante que encontró en el cine una fábrica de sueños cumplidos a medias. Sin voz en off ni entrevistas a cámara, con un trabajo que demandó años -el rodaje fue en 2008- y cuya historia seguramente podría ser materia prima de otro documental, Marcos Martínez logra algo muy difícil y bastante mágico: meternos en la vida de un tipo real como si fuéramos voyeurs, moscas casi invisibles revoloteando en su intimidad.
Quizás por momentos se adivine cierta puesta en escena, en algunos diálogos que parecen poco naturales, pero en general Tras la pantalla tiene las mejores virtudes de los documentales: lograr con la materia prima de la realidad contar una historia con introducción, nudo y desenlace, con un protagonista y personajes secundarios, con tensiones, villanos y héroes.
Es difícil para mí evaluar hasta qué punto una persona ajena al mundo del cine argentino pueda disfrutar una película así, interesarse por un personaje de este tipo al que no conocen previamente y cuya módica fama ignora. Es posible que la película les pase por al lado o bien todo lo contrario, que se sorprendan mucho más que uno, que lo conoce a Condito y que conoce historias mucho más disparatadas que cualquiera de las que aparecen en la película.
Lo que es seguro es que, más allá de su contacto con la realidad, Tras la pantalla es una película sensible, cariñosa y divertida protagonizada por un héroe quijotesco y fascinante.