El film del director Marcos Martínez sobre Pascual Condito, productor y distribuidor, todo un personaje del ámbito cinematográfico, invita a abordar problemáticas de un mundo muy singular. Sería interesante que su estreno abriese un profundo y amplio debate de la(s) crisis del cine nacional, lo que usualmente se ve reflejada en libros, notas periodísticas, charlas y mesas redondas en los festivales.
Esto de por sí ya lo convierte en un documental interesante, más aun tratándose de un personaje como el que aborda, sobre el cual descansa la realización, quien es parte de la historia del cine argentino, particularmente comercial, desde hace bastantes años.
La referencia narrativa está dada por la demolición del edificio donde funcionó la distribuidora Primer Plano Film Group, capitaneada por Condito, sitio donde con anterioridad operaron laboratorios, luego algunas otras distribuidoras, incluso en ese predio funcionó el Ente de Calificación Cinematográfica, organismo de censura desarticulado en 1983 con el advenimiento de la democracia, pasando el inmueble a cumplir funciones como oficina del Instituto Nacional de Cinematografía dedicado a la calificación moral de los films que se estrenan en el territorio nacional.
“Tras la pantalla” se estructura sobre la base de entrevistas, conversaciones informales, grabaciones auditivas y audiovisuales, y material gráfico que dan testimonio de la gente de cine como directores, actores, guionistas, periodistas y amigos respecto del protagonista, sin obviar su vida profesional y familiar, que reflejan a un hombre enamorado de su trabajo, a punto tal que no era extraño que pasara algunas noche en el ámbito de su empresa a la que prácticamente consideraba su segundo hogar. Conocedor íntimo de las problemáticas del negocio del cine desde la distribución, se hacen referencias a sus luchas en cuanto conseguir las mejores condiciones posibles para la llegada a las salas de las producciones nacionales, por ejemplo con la fijación de la cuota de pantalla, en puja con las distribuidoras internacionales.
Todo el contenido en imágenes y palabras permite acceder a información de primera mano y descubrir, a quien no conozca al singular protagonista, la personalidad de un apasionado por el cine, su mundo, su gusto por la música de Ennio Morricone, y que una de sus películas favoritas es “Cinema Paradiso” (1988, de Giuseppe Tornatore), que logró convertirse en alguien destacado dentro del mundo cinematográfico, cosa que su padre no podía entender. No menos rica es la referencia a su condición como participe en la producción de títulos nacionales, sin olvidar sus circunstanciales participaciones actorales.
Nada mejor que referir palabras del protagonista para reflejar el espíritu que animó la realización de éste testimonio sobre las vivencias de uno de los sectores menos conocido por el espectador respecto de la actividad fílmica nacional.
“Disfrute mucho estar en ese lugar con tanta historia, en cada cosa había muchos recuerdos, que se ven en la película. Hasta que llego nuestra mudanza y ahí me termine de convencer que era importante filmar esto. Al principio lo fui tomando como un juego, pero con el paso del tiempo, de las grabaciones, me empezó a agarrar un cierto pudor. Lo importante es que siempre me sentí cómodo con el director, con el pequeño equipo de rodaje. Combinábamos un rato en Primer Plano, los sábados en casa o veíamos cuando venía algún director a la oficina y venían con la cámara. El que me sedujo fue el director sobre todo cuando me dijo que esta película tiene que existir para que se conozca desde adentro el trabajo de los distribuidores, sus peleas de todos los días por conseguir salas, los conflictos que tiene el cine argentino para lograr un buen estreno y también para que quede de alguna manera como testimonio de una época donde yo como distribuidor pelee como un Quijote…”