Para el cine lo que es del cine
El documental Tras la pantalla, de Marcos Martínez, podría ser visto en un doble programa sobre la distribución y exhibición de cine en Argentina junto a Un importante preestreno, de Santiago Calori. Claro, mientras Un importante preestreno no puede eludir cierta melancolía por un tiempo que se fue y aparentemente será imposible que regrese, Tras la pantalla está ganado por la presencia enérgica y verborrágica de su protagonista, Pascual Condito, y eso le da una vitalidad impensada ante el panorama terminal que presenta. Es que este film de Martínez hace un recorte en la vida de Condito, ese que va del cierre y demolición de la vieja sede de Primer Plano -la distribuidora de cine nacional que maneja el empresario cinematográfico- a la reapertura en otro barrio porteño y en un espacio mucho más reducido.
El director tiene la pertinencia del buen documentalista. Porque en vez de hacer una historia de vida, elige mostrar ese fragmento que permite ver el todo: para Condito ese trabajo ha sido su vida, se relaciona con aquel momento de la infancia en que descubrió el cine y se lo comunicó a su abuela italiana, y se proyecta al futuro, claramente: el empresario no ve otro destino en el horizonte que hacer eso que sabe. Distribuir cine no es distribuir fideos, por poner un ejemplo. No es necesario que Tras la pantalla construya una biografía documentada y temporal, alcanza con el apasionamiento que el personaje demuestra en pantalla y en ese fragmento de tiempo: discute con exhibidores, también con la inmobiliaria que se encargará del viejo e histórico edificio, charla en su oficina con referentes (directores, críticos, guionistas) sobre la distribución de cine y cómo se ha vuelto progresivamente una actividad difícil e insatisfactoria de realizar lejos de las majors. Son momentos de intensidad, que permiten descubrir una profesión y que, más allá de algunos momentos que se descubren un tanto forzados desde la puesta en escena, exhiben la verdad de ese “tras la pantalla” que reza el título: ¿qué hay detrás de la magia del cine? Negocios.
Hay muchas bolsas de residuos en el film, y mucha gente tirando pósters, recortes de diarios, material de difusión de las películas en esas bolsas. Tras la pantalla es un documental sobre recuerdos que se van, que no soportan el paso del tiempo. No deja de ser un poco cruel, sin embargo la presencia de Condito sirve para ponerle un límite a esa nostalgia: lejos del new age y del mensaje espiritual, el empresario con su impronta material invita a seguir luchando. Lo que queda claro es que este tipo de personajes pintorescos es algo que el mundo de los negocios ya no se permite.
Posiblemente el inconveniente con Tras la pantalla, a partir de esa decisión del director por impedir el relato biográfico, es cuánto puede interesar a alguien totalmente ajeno al cine, o al menos ajeno desde un espacio vinculado con la gestión de películas o el periodismo cinematográfico: no hay un “quién es el personaje”, el documental entiende que quien lo mira sabe de antemano. Tras la pantalla es una película sobre el cine para gente de cine. Y en ese encierro sobre sí mismo tal vez se digan inconscientemente algunas cosas sobre el negocio del cine y sobre este tiempo que se va.