Un hombre apasionado
Es el retrato de un hombre apasionado por el cine, y también, de la distribución de las películas en la Argentina.
Los espectadores de cine poco conocen sobre cómo llega una película a una sala. Pascual Condito tiene su distribuidora de cine independiente, Primer Plano, y con ella ha estrenado películas de cine de autor, mucho cine iraní y europeo, y luego se dedicó también al cine nacional. A estrenarlo en nuestro país y a venderlo al exterior.
La distribución ha ido cambiando, y cuando por 2008 Condito debió achicarse e irse de sus oficinas en Riobamba entre Lavalle y Corrientes, en el mítico barrio del cine, nació este documental que lo retrata a él, un apasionado, y también a la distribución del cine en la Argentina.
No deja de tener un regusto amargo el hecho de que Condito, en cierta manera, perdió con los exhibidores -los dueños de los complejos cinematográficos-, con los que cada lunes discutía y discute telefónicamente para mantener en cartel sus películas, o saber dónde puede estrenarlas y en cuántas funciones diarias. No es fácil.
Tras la pantalla muestra esas discusiones, y también a Pascual -que se convirtió también en actor- hablando con directores de cine y periodistas que llegaban hasta esa oficina en Riobamba, donde muchísimos años atrás alguna vez funcionó el Ente de Calificación del INCAA. La demolición del edificio es más que una metáfora.
Pascual Condito es un personaje en sí mismo, y han sido varios los cineastas que quisieron retratarlo. Y de hecho iba a haber una película sobre él, que terminó siendo una serie de televisión, Vida de película (2014), y en el documental se dice que no se pudo realizar.
Quizá hubiese ayudado al espectador que se asoma a su mundo por primera vez, aclarar las fechas en que se rodó, aprovechando los intertítulos con los nombres de los personajes que se cruzan con el distribuidor. Poner en contexto, ya no actualizar cómo vive el distribuidor de El sabor de la cereza y El viaje de Chihiro.