En los años 80, el nombre de Itzvan Tzabó resultaba una clave para el cine “importante”. Mefisto, por ejemplo. En fin, que el húngaro siguió adelante con su carrera aunque la moda pasó y ya no vimos más películas suyas salvo en festivales. Tras la puerta se estrena (con dos años de atraso) porque a) es un drama, b) tiene “elementos para la reflexión” y c) está Helen Mirren -que supera a a) y b) como motivo. Hungría, escritora que se relaciona como puede con su hosca sirvienta (Mirren actuando y triunfando del mismo modo que Federer ganaría un abierto de country) que, oh, esconde un pasado lleno de tristezas y humillaciones que desconocemos porque no accedemos a su alma o a su casa, que metafóricamente es lo mismo. Si quiere ver por qué Mirren sabe todo respecto de la actuación, adelante: pero solo es eso, el recital de una actriz. No “cine”, precisamente.