La Hungría gris en impecable rostro
Con 75 años a sus espaldas e ilustrando una novela de la famosa Magda Szabó, reaparece el maestro István Szabó (ningún parentesco entre ambos), de "Mefisto", "Coronel Redl", "Encuentro con Venus", "Sunshine, el amanecer de un siglo" y otras joyas. Reaparece, y vuelve a tocar el corazón de su público.
Reconozcamos que ya no enteramente es el de antes. Perdió un poco la mano y en algunas partes la película le sale un tanto forzada, defecto acá agravado por un doblaje anodino al inglés (y en otros mercados, por un doblaje al alemán). Pero aún así, con esas contras y limitaciones, el hombre vuelve a tocar el corazón.
La obra cuenta sencillamente la conflictiva y a la vez afectuosa relación entre una joven señora, de profesión novelista, y la señora de la limpieza, de pocas letras y pocas pulgas pero más ducha en ciertas profundidades de la vida. Eso, simplemente "porque nada enseña tanto/ como el sufrir y el llorar", como decía el "Martin Fierro". Solo que esta mujer, demasiado orgullosa, no llora. Quizá lloró tanto cuando niña, que se hizo fuerte y ahora mira a los demás por encima del hombro. O no llora en público pero sí detrás de la puerta de su pieza, a la que nadie puede entrar. La novelista recibe el mayor premio que su país brinda a un intelectual, y aún así no sabe cómo tratarla. En el fondo, lo que se plantea concretamente es cómo entender y querer a otra persona, y que ese cariño se manifieste de modo concreto y oportuno.
Helen Mirren es la mujer envejecida, urticante y admirable aún en sus gestos antipáticos. La linda munichense Martina Gedeck ("La vida de los otros") es la joven señora que debe aprender algunas cosas, y ponerle también límites a la gente que quiere. Son actrices excelentes, en papeles que alternan la extrañeza con el humor, la vergüenza, el espanto y el consuelo. Interpretan un asunto universal. Que en este caso transcurre en Budapest entre los '60 (fin de la ocupación soviética) y 1975, según se lee en un grabado de madera en la última escena. Lo cual nos permite apreciar no solo dos caracteres y varios sentimientos fuertes, sino también un trasfondo tácito pero evidente: el de la Hungría comunista de la "sociedad sin clases", con iglesias vacías, comentarios discretos aún dentro del hogar, vida privada sin dominio total de los bienes, tranquila pero sujeta a la simpatía de las autoridades, etc.
Magda Szabó cumplió en esa época una resistencia callada. A diferencia de su personaje, el mismo día que le dieron un premio se lo sacaron. Se desquitó a fuerza de talento, y de traductores para el exterior. Luego, en 2003, escribió "Tras la puerta", ya sin rencores y con la sabiduría de los años (hay edición en español, como "La puerta"). Veinte años menor, István Szabó también sufrió lo suyo, y dedicó buena parte de su obra a pintar en detalle los conflictos de mucha gente que trata de entenderse con los otros aún a riesgo de ser mal comprendida. Lo hizo desde su primer film, "Mi padre", y lo hace ahora. También, dicho sea de paso, en ese notable "Taking Sides- Der Fall FurtwTMngler" que solo se vio en Mar del Plata 2001. Pequeña casualidad, entre el público de esa función estaba Helen Mirren, que había venido acompañando a su marido, el director Taylor Hackford.