Una de las características principales de la productora El Pampero Cine es la de contar con un grupo de trabajo que está presente en cada uno de sus proyectos. Esto se cumple de manera parcial o total, cuestión por la cual se torna a veces difícil la tarea de distinguir una marca autoral individual en lo que es denominado y ejecutado como un “colectivo”.
Otra característica de este grupo es la de contar con un sistema de producción, distribución y financiación de proyectos alejado y por consiguiente dispuesto al rechazo del sistema clásico de realización de un film (digamos Incaa), demostrando así que el contar con un menor presupuesto no infiere una relación directamente proporcional a la calidad del producto.
El sistema dejó a la vista resultados tales tras la irrupción de Mariano Llinás con Balnearios y su subsiguiente, la -valga la redundancia- “extraordinaria” Historias extraordinarias, que elevaron al artista a un lugar de prestigio tal que permitió dar un gran impulso a la realización de sus próximos proyectos, considerando a estos individuales o colectivos, como destacábamos previamente. Es así como los demás integrantes principales de El Pampero Cine, Laura Citarella, Alejo Moguillansky y Augustín Mendilaharzu se aventuraron en la concreción de proyectos personales como han sido Ostende, Castro y Clementina, obras que no han pasado inadvertidas. A su vez, cada uno de ellos tomó un rol preponderante en la realización colectiva: Alejo como editor, Laura como productora, Agustín como DF y el propio Llinás como guionista.
La marca de Llinás, el impulsor más importante de este colectivo, es fácilmente distinguible también en proyectos por fuera de El Pampero, específicamente me refiero a la dupla conformada con el realizador Santiago Mitre, en cuyos proyectos Llinás participó como guionista (El estudiante, La patota, La cordillera, Pequeña flor y Argentina, 1985).
Trenque Lauquen es un film de esos en los que se podría vincular la noción de que una película tiene un “tiempo o velocidad cinematográfica” independiente y por consiguiente distinta a su duración real, algo que podría aplicarse a medias a la excesiva La flor (833 minutos). Trenque Lauquen está estructurada en doce capítulos, o sea, en dos partes de seis capítulos, con un total de 260 minutos que pasan como si fuesen muchos menos, y he aquí una de las razones para que así sea: TL es un film que abduce, que crea una relación con el espectador de querer tratar de descifrar el misterio. TL es quizás uno de los primeros del colectivo en el que se ve con facilidad que el talento de otro director está presente: hablamos de Laura Citarella, quien debutó con Ostende y luego dirigió La mujer de los perros (junto a Verónica Llinás) y Las poetas visitan a Juana Bignozzi.
TL es el film de “las Lauras”. Laura Citarella dirige, Laura Paredes actúa y ambas Lauras confeccionaron el guion. El film transita por diversos géneros a través de los distintos puntos de vista de sus personajes; hay lugar para el suspenso, la comedia romántica, el drama y lo fantástico. También logra lo que podría describirse como el encauce de un autor, y esto es, contar claramente con una estructura en la que no hay lugar para la improvisación. A diferencia de La flor, TL permite una visión mucho más delimitada. Como en una especie de manifiesto artístico y ondulante, en TL las historias desconciertan, se alejan y terminan uniéndose.