Sólo para cinéfilos
Tan anómalo o fuera de lo común resulta la realización de un festival de cine independiente en Cosquín como la existencia de un fenómeno inexplicable que altere la percepción de los colores si es que no se utilizan anteojos para seguir viendo la misma realidad. Tres D, segundo opus de Rosendo Ruiz (De caravana, 2010), lleva al extremo la fórmula de cine dentro del cine y encuentra en la excusa de la ficción, pero también del documental, los caminos aptos para reflexionar sobre qué significa el cine y para qué hacer películas.
Para ello, los discursos de directores reconocidos como Gustavo Fontán o José Celestino Campusano, acompañados de un enfoque más acrítico desde ciertas miradas de la crítica especializada, se yuxtaponen y entrelazan con el biorritmo de un festival desde adentro y hacia afuera. Pero si a ese complejo trabajo de mezcla de texturas se le suma la ficción en su estado de mínima expresión, el combo deja una película extraña e inclasificable como Tres D, un aire renovado en materia estética y completamente distinto al estilo de la ópera prima de Rosendo Ruíz que coqueteaba con el cine de género aunque desde un plano subyacente recreaba sus preguntas e interrogantes sobre la teoría cinematográfica.
Es cierto –y justo de advertir para el espectador no avezado- que varios de los códigos o guiños del film solamente lo podrán apreciar aquellos que abracen la cinefilia local con los ojos abiertos y demuestren cierto interés por debates estéticos que plantean diferentes posturas entre críticos, aspecto que en la coyuntura hoy por hoy cobra un significado particular a raíz de varios cruces entre colegas, en lo que va de los últimos meses, que ponen el ojo directamente en la crítica y aquellos críticos devenidos realizadores. Para un público masivo, la atención de estos menesteres es por lo pronto dudosa y en ese sentido una gran parte de Tres D dejará afuera a una audiencia no familiarizada con el derrotero de festivales y menudencias de carácter doméstico.
Sin embargo, aquellos que busquen una historia con personajes y situaciones también la encontrarán en esta propuesta, que maneja con rigor y precisión su puesta en escena y consigue por momentos construir una atmósfera de intimidad propia así como dejar reflejado a través del punto de vista de los protagonistas, Matías y Mica, la pasión y el amor por el cine.