Cenicienta (la cantante pop Astrid S -Astrid Smeplass-) vive con su madrastra (Ellen Dorrit Petersen, caracterizada con un peinado similar al Drácula de Coppola) y con su hermanastra (Ingrid Giæver), quienes la tienen abocada al trabajo de sirvienta. Cuando el príncipe (Cengiz Al) busca una compañera para el baile real, se topa con cenicienta en el bosque helado. Ella evita una cacería deportiva, en clave ecologista, y asiste al baile despertando la furia de su familia.
Tres deseos para Cenicienta (Tre nøtter til Askepott, 2021) revitaliza el clásico cuento al cambiar algunas pequeñas cosas para adaptarlo a los tiempos que corren. Cenicienta es aguerrida, luchadora y empoderada frente a las circunstancias adversas. Pelea por salvar al príncipe -y no al revés- para conseguir sus objetivos.
El realismo buscado por la directora Cecilie A. Mosli se asemeja a la versión de Blancanieves y el cazador (Snow White and the Huntsman, 2012), sin embargo cuenta con ciertos toques fantásticos (las avellanas mágicas) sin llegar a exageraciones. Por ejemplo tanto los ratones, los búhos como las palomas, ayudantes de la protagonista, no hablan ni tienen forma humana. Las avellanedas mágicas le crean el vestido pero sin la necesidad de una hada madrina voladora.
La ambientación en los nevados picos nórdicos le dan un toque distintivo a esta versión. El color blanco forma parte del paisaje y otorga un matiz de inocencia y pureza al relato y a la bondadosa protagonista. Así, el escenario se convierte en un protagonista más del clásico cuento, en esta aventura para toda la familia.