Tres deseos para Cenicienta

Crítica de Franco Denápole - Funcinema

UNA CENICIENTA INSÍPIDA

Tres deseos para Cenicienta se suma a la larguísima lista de adaptaciones del cuento tradicional oral transcrito por Charles Perrault y los hermanos Grimm, entre otros. Esta en particular es en realidad una remake de una película Checa del ‘73 que adaptaba la versión del cuento de la autora Bozena Nemcová, la cual escribió durante la primera mitad del Siglo XIX. Al tratarse de una historia tan conocida, el espectador no puede sino preguntarse por qué medios buscará la película cierta originalidad, ya sea mediante recursos formales o cambios narrativos que la distinga y le dé personalidad. En el largometraje de Cecilie Mosli se respetan los puntos centrales de la trama: una joven inocente es obligada a servir a su madrastra ambiciosa, la cual quiere casar a su hija con el príncipe del reino; con la ayuda de algo de magia y un incidente con un zapato de por medio, la joven enamora al príncipe y se casa con él. Se perciben, también, algunos pequeños cambios casi obligatorios a la hora de actualizar los conceptos que giran alrededor de los roles de género en el cuento original. Más allá de si estos virajes son el resultado de decisiones de Nemcová o de los guionistas, lo cierto es que la Cenicienta de Mosli desarrolla un modelo de feminidad apenas diferente de aquel que Disney inmortalizó con sus mujeres protagonistas durante sus primeras décadas de producción.

Estas apreciaciones son, sin embargo, poco importantes en el contexto de Tres deseos para Cenicienta. Lo cierto es que la película noruega destaca por su falta de carácter, su tibieza y su manera insípida de hacerse cargo del cuento en el que está basada. No se la juega, diríamos hablando mal y pronto, y se ubica en una posición en extremo cómoda dentro del amplio espectro que va desde la adaptación rebelde al estilo de Romeo + Juliet hasta el respeto absoluto por la fuente de películas como la Madame Bovary de Sophie Barthes. La discusión del modelo femenino de la obra original no pasa de cierta masculinización de la protagonista que se disfraza ocasionalmente de hombre, sabe disparar con arco y flecha y se interesa por una vida de libertad en la naturaleza antes que por la sólida estructura del matrimonio. Nada sustancialmente distinto a lo que el propio Disney viene haciendo con las correcciones políticas llevadas adelante en sus reversiones live-action. Solo que, al menos, la compañía del ratón apuesta firmemente por este lavado de cara siempre impostado, mientras que Tres deseos para Cenicienta lo hace de forma tangencial y nunca lo asume como el centro o propósito del relato.

Más allá de este asunto, poco tiene para aportar la película de Mosli, que transcurre sin regalar un personaje destacable, una escena bien lograda o una secuencia entretenida.