Pablo y Victoria son un matrimonio de clase media alta de Capital Federal que se va por un fin de semana a Colonia, para tratar de levantar un poco su estado como pareja. Desde un principio de Tres Deseos, notamos que la cosa no anda bien. Pablo es posesivo, dubitativo e independiente a la vez. Quiere a Victoria, pero ella no responde como él quiere y por tanto, anda en busca de otra cosa, una respuesta a la pregunta si debe o no seguir con ella.
Por su parte, Victoria, quiere que Pablo se fije en ella, le demuestre cariño, pero no sea tan posesivo.
Distantes uno de otro, ambos tratan de estar juntos deambulando por calles y playas de Colonia, pero esto deriva a que cada uno haga la suya. En medio de su vagabunda caminata, Pablo se encuentra con Ana, una ex novia de la facultad. Ana se acaba de divorciar y tiene bastante claro las razones de dicha separación: los límites del amor y el cansancio por seguir una rutina conyugal.
Pablo encuentra en Ana, la respuesta que esperaba, y siente deseos de volver con ella, aunque por otro lado, no puede dejar de sentir culpa por terminar con Victoria.
Lo que podría ser un drama romántico clásico, Marcelo Trotta y Vivian Imar lo resuelven como una suerte de relato intimista, austero de seres vagando por las calles y charlando acerca de lo que sienten como si se tratara de una versión argentina de Antes del Atardecer. Cotidiana pero a la vez pretenciosamente existencialista con diálogos demasiado preconcebidos, que buscan ser mucho más profundo de lo que terminan siendo e interpretaciones poco convincentes especialmente de Birabent, que habla como si fuera la voz de “una” conciencia, y de Cardinali. Cada vez menos expresiva. Florencia Raggi logra ponerle un poco de naturalismo a su personaje.
La música de Ivan Wyszogrod, por momentos se hace demasiado pesada y repetitiva, aunque las canciones, interpretadas en francés por Divina Gloria, le aportan un aire nostálgico.
Densa, repetitiva, y bastante monótona a nivel visual; poco aportan los planos cortos, primeros planos y detalles a dotar de un clima más intenso a la historia, para que esta tenga un mayor ritmo. Solo ciertos momentos de humor, cortan con tanta solemnidad narrativa. Sobran minutos, debido a escenas forzadamente insertadas, como la de Pablo en el auditorio devenido en ruinas.
En conclusión, lo único que me generaba Tres Deseos, mientras la veía, era desear que se terminara pronto, para emprender un viaje a Colonia, porque como postal turística termina siendo efectiva.