Tres hermanos es el segundo largometraje como director de Francisco Joaquín Paparella, escrito junto a Lautaro Gimenez Lini. Y está protagonizado por Andy Gorostiaga, Emanu Elish y Ulices Yanzón, tres actores cuyo parecido físico vuelve verosímil su lazo fraterno.
La historia, como indica su título, se centra en tres hermanos, huérfanos de padre y madre, que viven en un bosque de la Patagonia Argentina, y trabajan en un aserradero. Y cada uno le oculta sus problemas a los otros dos, afrontando solos sus luchas internas a la vez que afrontan las consecuencias de un incendio atroz ya que las futuras lluvias pueden provocar un alud.
En primer lugar es necesario destacar el uso de una crudeza sumamente explícita que no da lugar a la sutileza del fuera de campo. Recurso que su director utiliza en la primera escena en la que muestra con lujo de detalles cómo cazan y descuartizan un jabalí, así como también en otras ocasiones en las que sus protagonistas utilizan la violencia como una forma liberan su bronca interna que no se animan a expresar de otra manera.
Un párrafo aparte merece la fotografía, a cargo de Roman Kasseroller, quien capturó con su cámara tanto la belleza del paisaje como la hostilidad de su clima. Y que marca un fuerte contraste con el uso de una banda sonora compuesta por temas de metal argentino, que escuchan sus protagonistas a todo volumen.
En conclusión, Tres hermanos es una película que, al igual que Nacido y criado, de Pablo Trapero, describe las dificultades de vivir en este clima hostil, que cumple además la función de purgatorio. Dando a conocer a un director que toma riesgos que marcan una diferencia con el común del cine independiente argentino, lo que le augura además un futuro interesante dentro de la industria local.