Basándose en el famoso cuento japonés de los tres monos de la sabiduría donde cada uno se cubre con las manos una parte del rostro: ojos, boca y oídos. No ver, no oir, no decir (nada malo).
Esta película tiene como centro el poder de la mentira.
El argumento es sostenido por la historia del silencioso e imperceptible, pero certero, derrumbe de una familia. Se aferran al silencio como táctica de supervivencia y prefieren ignorar los acontecimientos que les golpean la cara y les hace pagar el precio de sus decisiones.
Seleccionada para representar a Turquía en los Oscar como Mejor Película Extranjera, esta cinta tiene un ritmo suave, pero no tedioso y un guión minimalista afilado como una cuchilla.
Se destaca, sin lugar a dudas, una estética sublime. Cada plano está sabiamente construido, cada imagen es un volcán que estalla levemente ante los ojos del espectador. Por lo tanto, para aquellos cinéfilos que conciban cierta parte de una película como un gran álbum de fotografías vivientes de imágenes visualmente conmovedoras, esta es la película que deben ver. Un manjar para sus sentidos, que no deben perderse.
Nuri Bilge Ceylan fue premiado como mejor director por Tres Monos en el Festival de Cannes del 2008. El galardón es más que merecido cuando se puede notar el excelente trabajo realizado en la dirección de actores, que vagan como satélites sin una órbita que los contenga, por toda la película. Es un gran profesional para mantener el tono amargo de la historia durante toda la proyección y ha sabido crear una atmósfera opresiva y aplastante que se consolida segundo a segundo. También ha sabido darle un momento al humor, que proviene de una original y desopilante situación con un ringtone, para pasar, momentos después, a una escena donde el sombrío y quebradizo recuerdo de un ser querido, es tratado de una manera sublime, estéticamente hablando.
En varias declaraciones el director ha reconocido que la psique humana siempre lo ha fascinado y hasta asustado.
No es casual entonces que, ver esta película sea asistir a la apertura del cajón de la condición humana, disfrutar por casi dos horas el trabajo visual de una persona que ha construido un elogio a la soledad interna de cada individuo, como si fuese un reconocido antropólogo.
El escritor ruso León Tolstoi era un gran maestro de la angustia humana y sin lugar a dudas podemos decir que Ceylan ha llevado esa misma maestría al celuloide. Porque como dijo el escritor y como confirma el trabajo del director, en el desarrollo de Tres Monos, “todas las familias se parecen pero cada una es desdichada a su manera.”