Doble encubrimiento
La austeridad y la riqueza plástica en la composición de la imagen, así como la economía de recursos cinematográficos para contar una historia son dos de las características del cine del realizador Nuri Bilge Ceylan.
Su quinta película Tres monos cuenta con estos atributos, pero a diferencia de Climas (film con el que el director se dio a conocer por estos lares) esta vez el director optó por un relato de estructura clásica. En esta obra se desarrolla parte de su poética bajo el pretexto de un triángulo amoroso donde está involucrado un político oscuro, quien compra su libertad utilizando los favores de uno de sus choferes que se autoinculpa de haber atropellado a una mujer en la ruta para evitarle ir a la cárcel a su jefe en plena campaña política. A cambio de semejante sacrificio, el falso culpable negociará una cantidad de dinero para mantener a su esposa e hijo durante su estadía en prisión. Sin embargo, ese trato no se termina por cumplir a rajatabla y sus derivaciones llevan a la destrucción gradual de la familia, arrojando como saldo que la mujer termine teniendo un romance con el político; que el hijo abandone los estudios e ingrese en una pandilla y que el padre ausente tras 9 meses y una vez en libertad vaya descubriendo el alto costo del pacto de silencio y su lugar dentro del núcleo familiar.
La degradación moral y las miserias humanas forman parte del trasfondo de este largometraje que extrae del título aquella figura recurrente de los monos sabios donde uno no ve; el otro no habla y el último no escucha. Similar comportamiento acusa cada integrante de esta familia en ruinas, cuyas aristas invisibles se van revelando paulatinamente con el correr del tiempo donde el clima meteorológico juega un rol muy importante en sintonía directa con la psicología de cada uno de los personajes.
No obstante, el director de Lejano en esta oportunidad no consigue crear las atmósferas sugestivas a las que nos tiene acostumbrados, además de recurrir llamativamente a diálogos explicativos para cerrar el relato.
Sin embargo, la belleza visual de cada encuadre al que no le falta ni le sobra nada persiste y sigue siendo una de las cualidades y su sello personal. Por todo ello, puede decirse que Tres monos conserva la esencia del cine minimalista a la hora de narrar y hace gala del poder de la imagen cinematográfica cuando se busca la poesía, pero se malogra al intentar explicarse por sí misma.