A la vejez, humor
El cine norteamericano, parece, ha decidido tomarse la vejez (o, mejor, la madurez) con humor. Sin ir más lejos, hoy coinciden tres estrenos en los que sus protagonistas (Arnold Schwarzenegger y Billy Crystal, en el caso de las otras dos novedades) se burlan de sus propias dificultades, sobre todo de las físicas.
En este reino de la autoparodia, Al Pacino, Christopher Walken y Alan Arkin se llevan todos los lauros con una comedia que no sólo no le tiene miedo al ridículo sino que hace de la sátira sobre los problemas de la edad su bandera y emblema. Ellos son los tres tipos duros a los que alude el título local, gángsters de poca monta que -por distintos vericuetos de la trama que es mejor no adelantar- están ya bastante jugados, sin demasiado que perder.
Después de mucho tiempo (el Val de Pacino acaba de salir de la cárcel luego de purgar una pena de 28 años), los tres amigos se reencuentran y pronto volverán a las andadas. Claro que no sin inconvenientes: entrarán en una farmacia para robar medicamentos para sus múltiples achaques y deberán apelar a pastillas vigorizantes cuando visiten a unas atractivas prostitutas. Por supuesto, tratándose de una historia ambientado en el submundo de la mafia hay amenazas, riesgos y tiros, pero ni al guionista Noah Haidle ni al director Fisher Stevens parecen importarle demasiado las escenas de acción (la catarata de enredos remite a películas como Después de hora , de Martin Scorsese).
Tampoco hay aquí demasiado vuelo a la hora de las escenas más dramáticas, ya que resulta bastante superficial, torpe y sentimental la forma en que los realizadores plantean las relaciones entre padres e hijas. Por lo tanto, el placer queda limitado aquí a disfrutar del histrionismo de los dos protagonistas (Arkin está poco tiempo en pantalla). En este sentido, tanto Pacino como Walken (se) divierten con situaciones muchas veces extremas, absurdas, tan inverosímiles como simpáticas a la vez.
Lejos de los personajes "importantes", de las películas prestigiosas que han hecho muchas veces en sus largas carreras, aquí Pacino y Walken deben apelar al humor simple y efectivo para redondear una comedia liviana y en varios pasajes bastante eficaz. Los buenos actores, los verdaderamente generosos, son aquellos que logran sortear con dignidad y hasta lucirse en pequeñas, previsibles y efímeras películas como Tres tipos duros .