Tres tipos duros es una película que ya vimos en el pasado.
Primero en Dos tipos duros (1985), con Kirk Douglas y Burt Lancaster y luego en The Crew (2000), también conocida como Una banda de cuidado, con Burt Reynolds y Richard Dreyfuss.
El punto en común que tienen estos filmes es que fueron protagonizados por actores legendarios de Hollywood que interpretaron a mafiosos jubilados que después de mucho tiempo volvían a las andadas nuevamente.
En el caso de este estreno la propuesta sigue la misma línea y termina siendo una película que se disfruta principalmente por el trabajo de los protagonistas.
La dirección estuvo a cargo del actor Fisher Stevens, recordado protagonista de los clásicos ochentosos, Cortocircuito 1 y 2, quien hace poco se llevó el Oscar por ese tremendo y durísimo documental que fue The Cove, sobre el desastre que están haciendo los japoneses con la caza de delfines.
Si bien Tres tipos duros presenta una historia muy similar a los filmes citados lo que la diferencia de esas producciones es el enfoque que eligió el director para contar este relato.
Esta película brinda un retrato más melancólico y dramático de este grupo de amigos gángsters.
Aunque el título hace referencia a tres personajes el film se concentra principalmente en Al Pacino y Christopher Walken quienes son los que sostienen el relato por completo.
La presencia de ellos dos es lo que hace que esta producción valga la pena porque forman una gran dupla.
Tres tipos duros es una película para disfrutar el trabajo de ellos.
La manera en que Pacino, especialmente, compone el personaje del mafioso Val a través de la expresión corporal es extraordinario.
La trama tal vez no te cuenta muchas cosas del pasado de este hombre pero en la interpretación de Pacino, sus movimientos y el modo de expresarse es donde encontrás la historia del personaje.
Por eso tanto él como Walken siguen siendo esa clase de actores de los que quedan pocos y uno no se cansa de disfrutarlos aunque la película no sea memorable.