Este es uno de los films en donde los actores son todo, dado a que si los papeles los hubiesen interpretado otros nos encontraríamos ante algo diferente.
Por ello, en la química entre Al Pacino y Chritopher Walken radica lo genial de la película y como el espectador se encariña y se mete con los personajes.
Estos dos viejos sabuesos junto a otro grande, Alan Arkin, realizan un viaje de redención para limpiar sus pecados del pasado (a su manera) y generar unos nuevos pero con un deadline. Y es ahí cuando, a través de ricos diálogos, nos enteramos de sus miserias y bondades.
Humor bien puesto y alguna escena de acción acertada resaltan el trabajo del actor devenido en director, Fisher Steven, quien genera un clima muy disfrutable y aprovecha esa nueva tendencia nostálgica que parece que se está asentando en Hollywood sobre los viejos estandartes que todavía pueden estar vigentes y no solo eso, sino que también pueden ser mejores que antes.
Tres tipos duros es una película para disfrutar donde la nostalgia abunda y donde los personajes logran compartir algo muy bueno con el público: una buena aventura más.