Quemar los últimos cartuchos
¿Qué ver cuando uno ve Tres tipos duros? ¿El medio vaso lleno o el medio vaso vacío? Medio vaso lleno: al menos actúan Al Pacino, Christopher Walken y Alan Arkin. Medio vaso vacío: ni ellos pueden salvar la película. Aclaremos: esta comedia de acción, que procura la autoparodia y jugar con los anacronismos, no es bochornosa. Parte de una idea divertida: el reencuentro de tres ex delincuentes de la tercera edad que queman sus últimos cartuchos de descontrol. Una pena que el guión sea tan chato, carente -salvo en unas pocas de secuencias- de ingenio, adocenado.
Al comienzo, Val (Pacino) sale de una prisión en la que estuvo más de un cuarto de siglo. Doc (Walken) lo espera afuera: con emoción y con la orden de asesinarlo. De ahí se van a un prostíbulo, regenteado por la hija de la madama que conocían. Val no logra levar anclas; por eso asaltan una farmacia: Val se pega un descomunal viagrazo, mientras Doc roba medicamentos para la presión y las cataratas. ¿Suena gracioso? Bueno, de ahí en adelante se sucede una picaresca -más que previsible- centrada en la erección perenne del personaje de Pacino. Algo así como ver a los adolescentes de Porky’s comportándose igual, pero después de los 70 años.
Bien lejos de los cirujanos y de los buenos ajedrecistas, desde la inevitable imprecisión de la subjetividad, digamos que en ciertas escenas uno siente que no sólo los personajes incurren en el patetismo y el ridículo. No se trata, desde luego, de un problema de interpretación. Tampoco de un rechazo a reírse de uno mismo, actitud saludable en la ficción y en la vida. El tema es ser ocurrente, y esta película no lo es; una falla insalvable incluso para los grandes actores.
Tres tipos... tampoco es verosímil; algo que, en este tipo de productos, no tiene mayor importancia. Pero, ya que se tira el corsé de la verosimilitud, ¿por qué no desatarse y ser irreverente? La trama -a la que se sumará Arkin, rescatado por sus amigos de un geriátrico- apenas resulta tímidamente simpática. Peor: a medida que avanza, va poniéndose más sentimentaloide, con por un tufillo redentor/moralista: aquello de los delincuentes con viejos códigos. Pero bueno, ahí van nuestros héroes/antihéroes de buddy movie , entre chicas que podrían ser sus nietas, drogas prescriptas y balaceras. Quien quiera ver, que vea.