Uno de los principales atractivos de Drei (Tres) es sin duda la presencia de Tom Tykwer en la silla de director. El realizador venía dulce tras dos trabajos muy logrados, Perfume: The Story of a Murderer, adaptación de la novela de Patrick Süskind que el propio Stanley Kubrick había catalogado de infilmable, y luego la impactante The International, gran película que pasó algo desapercibida a pesar de estar protagonizada por Clive Owen y Naomi Watts. La premisa es sin duda interesante, mas quedaba saber si con sus antecedentes era capaz de llevar adelante una comedia dramática fresca y moderna sobre un tema prácticamente no abordado.
Drei tiene dos comienzos. Primero una suerte de estilo Up, una vida resumida en poco y nada pero aún así permitiendo una comprensión total, las palabras de Simon explican lo vivido y lo que queda por vivir. Luego una seductora coreografía que redunda en la sinopsis. Un hombre y una mujer danzan separados, pegados, en un vaivén romántico que se resuelve con la entrada de un tercero en discordia que se queda un poco con ella y otro poco con él. Sobreexplicativa, seguro, pero se trata de algo tan estéticamente bello que invita a acomodarse y disfrutar de la pieza. Tykwer a partir de aquello desplegará todo tipo de recursos, sean trucos de cámara o cambios al blanco y negro, y finalmente se valdrá de la pantalla como de un fresco, dividiéndola en múltiples recuadros que le darán un importante ritmo.
Explícito pero sin perder una pizca de esteticismo, como corresponde para un film así, Tykwer no tiene tapujos a la hora de mostrar a su trío protagónico/sexual en situaciones íntimas de alto voltaje. Similar al Plan B del argentino Marco Berger, el gran logro del director es el de permitir que su película se desarrolle con una naturalidad que sorprende.