Nada es lo que parece
La historia gira en torno del vínculo que se establece entre la pareja integrada por Matías (Sebastián D'Angelo), un tipo para nada fácil, mal llevado y cargado de violencia; y Julia (Mercedes Oviedo), a quien luego de rescatarla de un inconveniente se flechan. Al poco tiempo transitan el camino de la convivencia, y llega de viaje Rodrigo (Gustavo Pardi), amigo de Matías de toda la vida (y único que tiene). La trama es bastante convencional (historias triangulares se han visto desde Shakespeare hasta acá), pero tiene una interesante vuelta de tuerca que la hace diferencial.
Desde la primera secuencia vemos a Matías descubriendo in fraganti lo que aparenta ser una aventura amorosa entre su mujer y su amigo. Al otro día organiza una salida entre los tres. Sus caras demuestran incomodidad todo el tiempo, realmente ninguno lo está pasando bien. Matías le ofrece a Rodrigo alcanzarlo en auto hasta su casa, pero antes de llegar a destino dobla en una calle sin salida, cerrada al fondo por un muro. A pesar de los gritos de Julia y de Rodrigo, Matías acelera y la escena funde a negro poco antes de que el auto se estrelle contra el paredón. La pregunta queda instaurada: “¿Cuándo es la última vez que ves a alguien?”
Tríada, dirigida por el propio D’Angelo junto a Santiago Fernández Calvete, nos lleva hasta el inicio de esta historia cuando Julia y Matías. Luego veremos la llegada de Rodrigo, el tercero en discordia. Un casting muy bien logrado y la sutileza en varias de las escenas nos presentan las características principales de cada personaje y sus diferencias. Como la violencia de Matías, la tensión de Julia o la sensibilidad de Rodrigo.
Si bien la producción parece ser modesta en cuanto a aspectos técnicos, no se pierde de vista la elaboración de un buen guion y que la atención esté dado sobre los tres personajes, a quienes también podemos sumar la breve participación de Patricio Contreras, como el padre demente de Matías. La edición es siempre fundamental, pero en este caso es determinante por la forma en la que se lleva adelante el relato.
D’Angelo supo combinar el drama romántico con el thriller de ese infierno sentimental que vemos en pantalla, donde lo importante recae en los cimientos de los aspectos visuales, la musicalización y el desenvolvimiento de los actores.
Al final nada es lo que parece.