Y bien, esta es la clase de películas de las que se burla La fiesta de las salchichas, lo que no implica que sea mala. No, el problema es que sigue la fórmula de siempre (acá son los pequeños trolls los que se ven obligados a conocer otro mundo, etcétera) y que en ese bastidor queda poco por inventar. Lo que sí se puede hacer, y el film usa esta capacidad, es inventar gráficamente: la animación lo permite absolutamente todo. Así, cuando la historia o las situaciones fallan o resultan “a reglamento”, aparecen las ganas de jugar del diseño para presentarnos un espectáculo que, de tan saturado termina resultando un poco satírico. Tiene como problema adicional el intento de dejarnos una moraleja en lugar de permitirnos -como decía Borges- decidir a nosotros cuál es la enseñanza de la fábula. Esto se relaciona con un aroma a corrección política que, a estas alturas, parece ineludible cuando se trata de gran entretenimiento familiar. Estos Trolls no molestan a nadie, lo que implica que tampoco molestan a quien guste del cine.