Quienes en 1982 asistimos al estreno de “Tron” y quedamos a medias fascinados y a medias aburridos por ese cuento de ciencia ficción que ocurría dentro de una computadora, esperábamos “Tron: el legado” con una mezcla de curiosidad y nostalgia. Lo peor que se puede decir de la película es que satisfacer la primera nos causa dudas respecto de por qué haber sentido la segunda. El nuevo film es una serie de viñetas filmadas sin apresuramiento, con mucho efecto sonoro –mucho más destacable es la sensación envolvente que logra el sonido que aquella que consigue el 3D–, la música tecno del dúo francés Daft Punk y, bueno, en realidad poco más. Un tal Sam Flynn, cuyo padre, un experto informático, ha desaparecido veinte años atrás, termina dentro de una computadora peleando contra un clon informático de aquel papá. Ambos, papá y clon, interpretados por Jeff Bridges (y no, el “rejuvenecimiento digital” de don Jeff cuando hace de joven no funciona: la técnica aún no llegó tan lejos).