Una propuesta antisistema
Tron (1982) es una película que pasó sin pena ni gloria por las salas del mundo y, aunque parecía representar una revolución tecnológica en la inclusión de gráficos de computadora, lo cierto es que no obtuvo la repercusión esperada por Disney. Sin embargo, con los años fue cobrando un aura mítica ayudada por el éxito del videojuego. Vuelta a ver hoy, la película parece terriblemente primitiva, aun cuando se pueden adivinar sus ideas revolucionarias. Pasaron los años y la tecnología allí esbozada terminó por convertirse en la tecnología base de toda película de acción y ciencia ficción. Por eso Tron: El legado está a años luz de su predecesora. Se podría decir que incluso la deja en ridículo en la comparación tecnológica, pues sería como comparar una computadora de 1982 con una de 2010. En esta secuela, el hijo de Flynn –uno de los dos protagonistas del film anterior, nuevamente interpretado por Jeff Bridges– es el heredero del imperio de su padre, pero vive traumado por la experiencia de su desaparición. Cuando un misterioso mensaje le llega desde la oficina –ya cerrada– de su padre, se abre un portal para regresar a ese mundo, ahora convertido es un verdadero universo virtual, espectacular e impactante. Además de brillar mucho más en lo técnico, hay que decir que esta secuela es más divertida que su antecesora y que consigue un poco más de naturalidad en el desarrollo de la historia. Al mencionado Bridges (en el doble papel de Flynn y Clu) y a su compañero Bruce Boxleitner (Alan Bradley / Tron) hay que sumarle la pareja de jóvenes Garrett Hedlund (Sam) y Olivia Wilde (Quorra). Ella consigue no sólo una belleza enigmática, sino también una gran actuación, él no da como galán ni tampoco conmueve demasiado. Pero pensando en que gran parte de las escenas están filmadas dentro de los trajes o espacios gigantescos, poco importa las limitaciones de este actor. También corresponde aclarar que la película busca convertirse en una clásica propuesta antisistema pese a estar creada en el corazón del mismo. Un apoyo al software libre y un mundo donde el ser humano es creador y dueño del mundo son algunas de las ideas que el film propone. Sin embargo, tampoco todas las ideas del film quedan claras e incluso hay algunas contradicciones que no parecen producir demasiada angustia a los realizadores. Una cosa es evidente, la revolución digital ha crecido de manera impresionante y Tron: El legado es la prueba definitiva de la intervención que esta ha tenido en la cultura contemporánea.