Quizás quede un poco desfasado el estreno de Tropa de héroes, una película que viene a glorificar el accionar de un grupo de soldados que llega a tierras afganas días después del ataque a las Torres Gemelas, con el objetivo de contraatacar y tomar Mazar-i-Sharif, el principal nido talibán.
Más allá de su cuestionable punto de vista y de que huele a producción institucional-propagandística, la película dirigida por Nicolai Fuglsig (que bien podría tratarse de un testaferro cinematográfico de Clint Eastwood) es interesante porque apuesta por la acción más directa y contundente, y por la elaboración de escenas potentes y secuencias de combate bien aceitadas. Es justamente esta apuesta por el entretenimiento efectivo lo que la convierte en un intenso y atrapante filme bélico.
Tropa de héroes cuenta la historia del primer equipo de las Fuerzas Especiales del Ejército de los Estados Unidos que viaja a Afganistán después del 11 de septiembre de 2001 para controlar Mazar-i-Sharif. Bajo el liderazgo del capitán Mitch Nelson, interpretado por Chris Hemsworth, el equipo debe trabajar con un caudillo afgano, el general Dostum (Navid Negahban), para derrotar a los talibanes y empezar a borrar a Al Qaeda de Afganistán. Entre los actores más reconocidos se encuentran también Michael Shannon (cuyo papel está desperdiciado) y Michael Peña, que no logra transmitir su gracia habitual.
Los 12 soldados del título original (12 Strong) fueron los primeros en adentrarse en tierra talibán y empezar la guerra. Pero la particularidad de la hazaña militar fue el escaso número de hombres con el que contaban para una batalla sumamente arriesgada y difícil. Y no sólo eran pocos en número sino que además se encontraban en desventajas armamentísticas: fue un enfrentamiento entre soldados a caballo contra tanques de guerra, ametralladoras y misiles talibanes.
La otra virtud de la película es que no se queda con la bajada de línea típica de las producciones patrioteras sino que, como el cine norteamericano más épico, se encarga de resaltar el heroísmo de los soldados, que en tres semanas resuelven el primer paso de la guerra en medio oriente.
Es cierto, Tropa de héroes es demasiado favorable al ejército de los Estados Unidos. Pero lo que predomina, y se destaca, es la contundencia y el pulso de las escenas en el campo de batalla, y cómo el director se toma su tiempo para que sus personajes desarrollen la misión a medida que avanzan en terreno desconocido. El triunfalismo heroico del cine norteamericano parece una obligación. Y esta no es la excepción.