Una golondrina no hace al verano
La frase que da título a esta crítica es pronunciada, entre tantas otras, por Gilberto Gil, uno de los músicos que forman parte del documental Tropicália. En el BAFICI del 2012, esta película formó parte de la amplia grilla de proyecciones y ahora, llega el turno de su estreno comercial.
Tropicália, es un compendio de imágenes de archivo –algunas inéditas y actuales- que recrean aquello que fue un movimiento revolucionario brasileño, a finales de la década del ´60, que nació de una performance donde se conjugaban distintas expresiones artísticas. Tomando como centro esta nueva vanguardia, Caetano Veloso fusiona distintos ritmos musicales convirtiéndolo rápidamente en un nuevo estilo, un lenguaje catalizador e influyente en los jóvenes de la época.
Os Mutantes, Gal Costa, Rita Lee y Tom Zé entre otros, también formaron parte de esta bandada de golondrinas que trascendió los límites musicales hasta convertirse en Tropicalismo. Cuando azotó la dictadura en el país vecino, Veloso y Gil fueron encarcelados y luego exiliados en Londres por ser los principales exponentes del movimiento, ya con ideas políticas. El Tropicalismo solo duró un par de años pero lo suficiente para que este movimiento expresivo trascendiera sus límites como ave migratoria.
Tropicália, un documental musical como testimonio de una época.
Existe otro documental titulado Beyond Ipanema (Guta Barra, 2009) que reproduce la llegada del Tropicalismo a los Estados Unidos pero bien podría ser la secuela de Tropicália. En esta reciente producción -con el asesoramiento del director Fernando Meirelles-, Marcelo Machado, dirige su documental desde una postura ideológica neutral haciendo hincapié en la corriente artística, especialmente en la mirada de Veloso, pero sin subrayar los aspectos relacionados con la dictadura. Entrevistas, conciertos, y todo tipo de imágenes se encuentran montadas exquisitamente logrando un ritmo y movimiento natural, propio de aquello que representa.