La historia del tropicalismo
Este documental cuenta qué fue y cómo impactó el Tropicalismo musical en Brasil.
La búsqueda de una identidad, no basada en influencias del exterior, sino en la rica usina cultural brasileña. Lo nacional, lo propio, cimentado en una estética contradictoria. “Una utopía”, según define Gilberto Gil, uno de los padres fundadores del Tropicalismo, más que un movimiento, un alarido cultural en medio de una oscuridad política que atravesaba Brasil a fines de los años ‘60.
Con faros como el citado Gil, Caetano Veloso, Rogerio Duarte y Tom Ze, entre otros artistas, Tropicalia hace un trabajo quirúrgico, al hueso, hurgando en los archivos audiovisuales de aquel efervescente Brasil de entre 1967 y 1969. En este documental casi no hay imágen sin intervenir o retocar, los colores bordean las figuras humanas como si fuesen crayones, son pinceladas sobre un lienzo audiovisual que se asemejan al grito cultural que buscaba (necesitaba) dar un país amordazado. El collage, la mezcla, es un signo distintivo de esta puesta surrealista del director Marcelo Machado, que en varios tramos coquetea con la psicodelia de aquel momento. Fluye.
Pero no todo era música en aquel movimiento que mostraba a sus íconos como dignos paralelos del furor Beatle a la sudamericana (las imágenes del público son gloriosas), el Tropicalismo desbordó hacia el terreno televisivo, el teatro, las artes plásticas y también el cine. El filme Terra em Transe (1967) de Glauber Rocha -del cual se proyecta un fragmento- muestra la clara influencia de un incipiente movimiento, el cual (en una jugosa entrevista televisiva) Caetano Veloso niega como tal.
El Tropicalismo (nombre que le puso el artista Hélio Oiticica a una de sus ambientaciones en el Museo de Arte Moderno de Río de Janeiro) se cruzó en este documental con el contexto social-político de época. No es un hecho aislado. La cohesión argumentativa de este trabajo producido por Fernando Meirelles (Ciudad de Dios) se fortalece con extractos de audios de los protagonistas, tanto sean de archivo como actuales. El salto del pasado al presente emociona, sobre todo al final del filme en las imágenes que se ve tanto a Caetano como a Gilberto, contemplar escenas de conciertos durante aquella época utópica. Que aún sigue dando sus frutos.