El verdadero talento, decía alguien por ahí, consiste en hacer fácil lo difícil, tornar algo complicado en otra cosa, una que hasta parece sencilla y natural. El ejemplo más claro que se me ocurre para ilustrarlo es Roger Federer. El hombre juega al tenis como quizás nadie jugó en la historia, pero hace que todo parezca posible, natural, orgánico. Su magia está en escaparle al show-off, a humillar con la habilidad o a parecer que lo que hace es algo imposible, inhumano y que requiere un esfuerzo y un conocimiento propios de unos pocos iluminados. Pensaba en esto cuando veía TRUMAN. No en Federer, pero sí en Cesc Gay, Javier Cámara, Dolores Fonzi y, especialmente, en Ricardo Darín. Ese cuarteto –más todo el equipo detrás de la película– lograban hacer que algo complicado de resolver y potencialmente muy problemático en términos de resolución, fluyera, emocionara y funcionara de una manera natural, lógica, agraciada.
Me atrevería a ir un poco más lejos. Tal vez sí, tal vez Darín sea una especie de Federer de la actuación. Es esa clase de persona que puede sacar algo mágico de cualquier situación sin necesidad de asombrar con ningún truco y sin humillarnos con su habilidad. Lo hace como si tal cosa, porque le sale, porque no lo podría hacer de otra manera, como si no implicara mucho esfuerzo. Es, casi, como si tuviera una línea directa con la sensibilidad de buena parte del público. Darín conecta. Haga lo que haga (casi sin excepciones, más que en una o dos películas), no parece fallar. No se trata de lucimiento actoral en el sentido más convencional. Al contrario, con el tema que trata esta película cualquier actor de esos con un ego gigante y vitrinas con premios que lustra cada mañana al despertarse habría optado por ventilar todos los esfuerzos y sacrificios posibles que implica hacer el típico rol de enfermo terminal (perder decenas de kilos, el pelo, etc, etc), pero Ricardo no cae en ninguna de estas trampas estrujacorazones.
truman 2Lo que hace –y en gran medida gracias a la dirección y al guión de Gay, y a un Javier Cámara que juega al mismo deporte y casi tan bien como él– es ser esa mezcla de tipo querible e impresentable que siempre es, capaz de actitudes repulsivas pero con una sonrisa compradora que nos hace perdonarle casi todo. Claro, tiene un cáncer terminal y un perro tristón y con eso no hay forma que uno no lo quiera, si bien hace todos los esfuerzos por ser un pesado de aquellos. Acaso lo sea, acaso no. Lo que importa es que, a lo largo de las casi dos horas que dura TRUMAN, Darín nos convence de que hay verdades que salen a la luz en una pantalla de cine que nos agarran, desprevenidos, cuando menos lo esperamos. Y que se escapan de los papeles, de los textos, de las previsiones.
Seamos sinceros: no mucha gente se desvive por ver una película sobre un hombre con un cáncer terminal. Y cuando TRUMAN empieza, con sus toses y visitas médicas, uno teme que el asunto va a evolucionar por los caminos más convencionales, la transformación de su protagonista en un santo, en un martir, en un ejemplo de vida. Y no. TRUMAN no es una película sobre el cáncer ni es una sobre un enfermo. Es una película sobre la amistad, sobre el cariño y sobre la comprensión, un drama que intenta convencernos –y lo logra– que lo que finalmente importan son las relaciones, la manera en la que logramos conectarnos con el otro. La muerte, en todos los casos, es siempre una cuestión de tiempo.
truman 4Es cierto que a Julián (Darín) le queda menos tiempo que a la mayoría de nosotros. Y de entrada vemos a Tomás (Cámara), su amigo de toda la vida, que hoy vive en Canadá, yendo a visitarlo a Madrid. Julián es un actor argentino radicado allí y el filme será la crónica del reencuentro de estos dos amigos que van a pasar unos días juntos en la que tal vez sea la última vez que se vean. Julián tiene una misión: encontrar una familia que cuide a su perro Truman cuando él ya no esté. Y será esa la excusa argumental del relato. Pero, finalmente, lo importante estará en la relación entre ambos, la de ellos con Paula (Fonzi), la prima de Julián y quien se ocupa de cuidar su salud.
El tema es que Julián no tiene demasiadas ganas de vivir una larga agonía con su cuerpo cada vez más fragil y la lucha ahí estará entre su prima y su amigo –que intentan convencerlo de seguir peleando a toda costa– y su forma más pragmática, sincera pero brutal, de lidiar con sus asuntos. Si bien no es la intención de Gay hacer un recorrido por la vida de su protagonista, lo conoceremos lo suficiente a lo largo de esos pocos días para darnos una idea no solo de qué tipo de persona es, sino de su historia personal y hasta profesional.
truman 3Lo que logran Gay y su elenco es que TRUMAN jamás caiga en los golpes bajos esperables, tenga muchos momentos de comedia y sea bastante ácida en más de un momento respecto, digamos, al “negocio de la muerte”. Tampoco es el drama inspiracional acerca de un hombre que descubre el valor de la vida cuando está a punto de morirse. No. TRUMAN es una película sobre personas (especialmente una) que, enfrentadas ante una situación trágica, encuentran en el otro (en los otros) lo más parecido a una tabla de salvación. Y también es una película sobre la aceptación: del otro tal cual es y de las malas jugarretas del destino…
No diré que TRUMAN es revolucionaria porque no lo es. Se trata de un drama bastante tradicional en su forma y contenido. Pero, como decía al principio, lo que Gay logra es que con una serie de elementos potencialmente combustibles (enfermedad, perro viejo y tierno, amigos que no se ven, la posibilidad de la muerte inminente) sacar una película humana, digna, tierna y emotiva sin apelar ni a trucos ni a trampas ni a excesivos golpes bajos. Al contrario, la película –y especialmente Darín– parecen hacer lo posible por evitar todo el tiempo los excesos lacrimógenos y es por eso que cuando esas lágrimas llegan se vuelven inevitables y merecidas, una suerte de liberación emocional que sigue al esfuerzo de contenerse. Como cuando uno espera que alguien se vaya para largarse a llorar porque no quiere importunarlo o incomodarlo, cuando las lágrimas llegan en TRUMAN uno siente que se han ganado en buena ley.
truman1Para cerrar, vuelvo a Darín, artífice en buena medida de que la emoción en la película sea contenida, esté matizada por momentos de mucho humor y jamás se sienta forzada. En sus idas y vueltas con Cámara, en la manera en la que reacciona ante las distintas circunstancias narrativas que le toca atravesar a su personaje (ya las verán, preferentemente no adelantar ninguna) está ese genio, ese talento de hacer fácil lo difícil, esa técnica invisible, dominada o gobernada por alguien que entiende algunas cosas del andar por la vida que no muchos logramos entender del todo. Darín ha hecho mejores películas, probablemente (la inmensa EL AURA, acaso, sea su mejor filme y papel) pero muy pocas veces ha dejado en claro, en cada escena, en cada plano, qué es lo que lo convierte en el mejor actor de habla hispana de los últimos veinte o treinta años. En nuestro Roger Federer.