Truman

Crítica de Guillermo Monti - La Gaceta

Notable Darín, en una oda a la amistad

Afectado por una enfermedad terminal, Julián recibe la visita de su amigo Tomás, llegado desde la lejana Canadá. Es un reencuentro emotivo y cargado de significados. Juntos afrontan la tarea de encontrarle un hogar a Truman, el perro de Julián.

Además de ser, básicamente, una película sobre la amistad, “Truman” habla de despedidas. Julián va soltando amarras con los cercanos y con los lejanos. Necesita un hogar para Truman, que ya no es un cachorro y está acostumbrado al “piso” madrileño. Con Tomás y con Paula, su prima, Julián se permite todos los desbordes. La gente lo sorprende: de quienes aguarda un saludo recibe silencio; el amigo al que traicionó le extiende la mano. Con su hijo sobran las miradas y faltan las palabras.

Julián atraviesa esa sucesión de momentos conmocionantes escudado por Tomás, una sombra bonachona, otro Truman dócil y fiel. La química que conecta a Ricardo Darín y Javier Cámara fluye, profunda y creíble. Julián se está muriendo y Darín sostiene con el cuerpo ese paso. Es otro trabajo extraordinario del máximo actor del cine nacional. Hay una escena en extremo sensible en la que Darín expone el sufrimiento interno de Julián. Está en una funeraria, pidiendo presupuestos para su propio sepelio. Hablan con el vendedor del tamaño de las urnas. ¿Es suficiente para guardar tanta ceniza? De repente queda mudo, concentrado en la luz de una ventana. Allí está la vida que se le escapa.

La economía gestual de Cámara encaja a la perfección con la carga dramática y las pinceladas de humor que despliega Julián, el actor al que bajan de cartel en plena temporada. Ya le encontraron un reemplazante y se lo dicen sin anestesia.

Cámara y Eduard Fernández son un clásico en la filmografía del catalán Cesc Gay. En su anterior proyecto (“Una pistola en cada mano”) también había participado Darín. Aceitado, el equipo funciona como un reloj. Gay rodó “Truman” con sobriedad y justeza en cada plano. Le salió una película sensible, que reniega de los golpes bajos, bien escrita (en el guión vuelve a trabajar con Tomás Aragay) y mejor actuada.