Aunque en los últimos años el catalán Cesc Gay se ha vuelto un poco más convencional (recordemos películas como Krampáck y Ficció), aún conserva la estrategia de eludir ese momento del lugar común que nos suena a falso. Aquí, con la ayuda de Ricardo Darín y Javier Cámara, cuenta con humor y ternura adulta la historia de un hombre que, tras ser diagnosticado con una enfermedad incurable, quiere cerrar todo antes de partir. Logran que la amabilidad se imponga.