Truman

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Amigos son los amigos

Más que sobre la inminente muerte del protagonista (Ricardo Darín), el filme aborda la amistad masculina.

Es toda una incógnita saber cómo responderá el público ante Truman. Porque si el tema que encara -la muerte inminente de un hombre que decide no seguir con su tratamiento contra un cáncer- es claramente espantaespectadores, en verdad el centro de la película es otro.

La decisión de Julián (Ricardo Darín) es lo que sirve para que Truman desarrolle, sí, su principal inquietud, o interés: la amistad masculina.

“Lo que queda en la vida son las relaciones”, dice Julián, un personaje querible pero no por lo que está atravesando. Darín lo compone como ha hecho a tantos: el suyo es un ser con dobleces, al que se le perdona casi todo por su simpatía. Pero es un tipo que va al frente. Tomás (Javier Cámara) es como su contrapeso. Se adivina que la relación que mantuvieron en el pasado fue fortísima, y que se complementan.

Eso no está en la pantalla, en palabras ni en flashbacks, y representa un mérito. Lograr que el espectador sienta y no escuche cómo es una relación entre dos personajes no es para nada común.

Tampoco lo es en el cine de Cesc Gay, que suele ser coral (En la ciudad, Una pistola en cada mano), que haya una trama intimista, que apuesta a la emoción. Y si hay instantes en los que es difícil que no se escape un lagrimón, la película no apela a lo lacrimógeno, ni a los clisés del hombre ante la muerte. No transforma a Julián en un mártir ni en un héroe que se rebela ante lo inevitable. Julián es por momentos detestable, como cualquier hijo de vecino, y Darín, al interpretarlo sin apelar a gestos, mohínes o cambios en su figura física, acertó. Ya sabemos cómo se comunica con quien está del otro lado de la pantalla. Su actuación le sale de las entrañas, aunque a veces tanta naturalidad lo acerca al Darín que reconocemos como persona, no como personaje.

Truman tiene a tres protagonistas: Julián, un actor argentino que vive en Madrid, trabaja en teatro, está separado y su hijo vive en Amsterdam; Tomás, amigo de Julián que viaja desde Canadá para pasar cuatro días con él; y Truman, el perro de Julián. La excusa del encuentro entre los amigos es acompañar a Julián, y también ayudarlo a encontrar un muevo hogar al perro.

Gay muestra con acidez el comercio alrededor de la muerte, pinceladas de humor negro, pero le pifia en el vínculo entre Tomás y la prima de Julián (Dolores Fonzi, un tanto desaprovechada: siempre molesta o enojada).

El director decidió abrir y cerrar Truman con un plano de Tomás, determinación que no habrá sido sin meditar, y que refuerza lo antes dicho. Más que la muerte, Truman trata sobre lo que nos deja una relación.