Después de la guerra caliente llegó la Guerra Fría. Y en el nuevo encuadre, Rusia empezó a ser el mejor enemigo y el comunismo, la fruta prohibida. Y Hollywood lo sintió. Esta es la biografía de Dalton Trumbo, un escritor talentoso que, acusado de comunista y encarcelado por desacato, sólo pudo seguir produciendo a través de seudónimos. Más allá de los lugares comunes, que los hay, el film confirma que las biografía suelen orillar y la fácil exaltación. Aquí el resultado es digno. Están los delatores, los negadores y los rebeldes. Listas negras y censura espesan las aguas de una persecución que concluye con la llegad de Kennedy a comienzos de los 60. Los vemos a Trumbo en su casa, en su trabajo, con sus compañeros de lucha, con sus rebeldías y sus malos tratos, con su enorme capacidad de trabajo y sus empecinamientos, un personaje al que la lucha le fue quitando afectos y que hasta fue desafiado por sus compañeros de lucha. “Hablás como un pobre y vivís como un rico”, le dice un amigo. El film es un homenaje a una época donde las estrellas mostraron su peor perfil. Y por allí desfilan todos, en viejos noticieros o en cuidadas reconstrucciones. No es riguroso, es interesante, aunque molesta ver a John Wayne convertido en un grandote medio blando y a Kirk Douglas en un señorito sin fuerza.