Trumbo, el comunista
El realizador Jay Roach, conocido por sus comedias (filmó la primera de Austin Powers y de La familia de mi novia), se pone detrás de cámara de un drama pero con la ironía política en primer plano. La historia de Dalton Trumbo, guionista norteamericano integrante de listas negras en épocas de macartismo (perteneció a “los diez de Hollywood”), a quién se le prohibió seguir trabajando por simpatizar con el comunismo. Desde el anonimato presenta batalla mediante testaferros que firmaban sus guiones, a la academia de cine que lo rechaza por ser figura non grata pero -paradójicamente- no deja de premiarlo por su trabajo.
Uno de los mayores aciertos de esta increíble pero real historia basada en la biografía de Dalton Trumbo escrita por Bruce Alexander Cook, es Bryan Cranston quién personifica al héroe silenciado del relato. El protagonista de la famosa serie Breaking Bad logra construir desde el humanismo a un tipo común con fuerte temperamento y convicciones, asediado por la incongruencia de los hechos. A fines de la década del 40 el por entonces senador de los Estados Unidos Joseph McCarthy promueve la denominada caza de brujas persiguiendo y haciendo declarar ante un “comité de actividades antiamericanas” a cualquier persona sospechada de tener simpatía por el comunismo. La historia es conocida y en esa difamación cae hasta Charles Chaplin entre las personalidades más famosas. Dalton Trumbo por su rol de guionista (y no exponer su rostro en pantalla, como le dice Edward G. Robinson en la película) puede presentar batalla desde las sombras a dicha persecución ideológica desatada en el país de la libertad, con lo paradigmático que la misma frase sostiene.
La lucha del hombre es representada en tres aspectos: el familiar, con el dolor que sufren su mujer e hijos por las acusaciones, el laboral, por los rebusques con testaferros para poder continuar en la industria y obtener el anhelado reconocimiento, y el ideológico, por su libertad para sostener frente a todo sus convicciones políticas expresadas en sus obras. Una historia casi tan increíble como los estragos que la mediocridad del macartismo hizo en el mundo de Hollywood.
Regreso con gloria (Trumbo, 2015) sigue una narración clásica que genera empatía con el protagonista y su lucha, indispensable para correrse de la teoría de los dos demonios -de la grieta- y no pensar lo sucedido en buenos y malos, sino desde un hombre común sometido a lo insólito de los hechos que busca a través de su inteligencia hacer frente a semejante injusticia. En ese papel de burlar a Hollywood tiene una importantísima parte Bryan Cranston, hecho que le valió una nominación al Oscar, y quizás por el mismo motivo, la película no fue considerada como candidata a mejor film.
El testaferro (The front, 1976) con Woody Allen, Culpable (Guilty by suspicion, 1991) con Robert De Niro, o la misma Nido de ratas (On the Waterfront, 1954) con Marlon Brando (dirigida por Elía Kazan, involucrado en los hechos personalmente), son algunas películas que tratan sobre la persecución ideológica del macartismo, pero Regreso con gloria se configura como la síntesis perfecta del tema al confluir varias aristas del problema desde el punto de vista del implicado pero sin desestimar jamás su afinidad política, e incluso mostrar el sin sentido de criminalizar a alguien por sus convicciones. Pensemos que Dalton Trumbo fue el hombre que escribió nada mas y nada menos que Espartaco (Spartacus, 1960) de Stanley Kubrick, sólo resta pensar los grandes films que nos habremos perdido por tanta estupidez humana.