Hollywood se confiesa
El guionista John McNamara, de experiencia televisiva, y el realizador Jay Roach (“Austin Powers” y “La Familia de mi Novia”) asumen la autoría de esta biopic sobre el caso de Dalton Trumbo, víctima del macartismo, episodio de la historia de Estados Unidos que se desarrolló entre 1950 y 1956 durante el cual el senador Joseph McCarthy (1908-1957) desencadenó un extendido proceso de delaciones, acusaciones infundadas, denuncias, interrogatorios, procesos irregulares y listas negras contra personas sospechosas de ser comunistas.
El macartismo se ensañó con un grupo de actores, guionistas y directores de cine, que la prensa denominó “Los Diez de Hollywood”, y que integraron una lista negra que afectó sus trabajos, sus familias y hasta sus propias vidas.
Trumbo, que era un guionista muy conocido, integraba esa lista y como sus compañeros, confiaba en que el activismo político y los reclamos ante el Congreso iban a morigerar el avance del macartismo. Sin embargo, sucedió todo lo contrario.
La película es una visión crítica de Hollywood sobre Hollywood, donde se ventilan sucesos que ocurrieron en la vida real y que involucraron a varias figuras legendarias del cine estadounidense, quienes estuvieron de un lado y del otro del conflicto, durante el cual hubo delaciones y otras bajezas entre colegas, así como también actos de lealtad memorables. Fue un período que ensombreció a todo el país y que para algunos significó pasar un largo período en prisión, sólo por ser simpatizante o afiliado al Partido Comunista, como efectivamente le ocurrió a Trumbo.
La película de Roach-McNamara es un típico producto hollywoodense, que consiste en una narración clásica, de estilo realista, que alterna de manera sagazmente dosificada momentos dramáticos de intensa sensibilidad, con situaciones más distendidas y algo de humor, un humor un tanto sarcástico, tal como era, dicen, el estilo personal y profesional de Trumbo.
El caso es muy conocido y paradójico, puesto que si bien estaba censurado e imposibilitado de trabajar, productores y directores del cine clase B lo buscaban para que les escribiera guiones, aunque no podía firmarlos con su nombre y debía usar seudónimos. Así, se hizo muy popular y pudo mantener a su familia. No obstante, fue denunciado y tuvo que pasar un tiempo en prisión. Al salir, toda la familia debió exiliarse en México, pero Trumbo volvió a escribir y con el tiempo, la rigidez macartista fue perdiendo peso en la vida pública del país, hasta que el escritor tuvo su merecido reconocimiento.
El detalle más sobresaliente de esta historia verídica es que dos de sus películas de la época de la censura recibieron el premio Oscar a mejor guión (“La Princesa que quería vivir”, 1953 y “El niño y el toro”, 1956), premios que Trumbo no pudo recibir personalmente, en su momento.
El film ofrece la oportunidad para que se luzca un elenco de fuste encabezado por Bryan Cranston, en el papel protagónico, con un trabajo muy intenso en la caracterización de los distintos momentos por los que tuvo que atravesar Trumbo y que hicieron mella en su persona y también en su vida familiar. Cranston está muy bien acompañado por una Diane Lane impecable, como su inseparable esposa; la imponente actriz Helen Mirren, encarnando a la mordaz actriz-periodista Hedda Hopper, y otras figuras destacadas del ambiente cinematográfico.
La visión de Roach-McNamara sobre ese episodio negro de la historia estadounidense y sus efectos sobre el mundillo de Hollywood intenta no demonizar ni ensalzar a ninguna de las partes en conflicto, sino más bien trata de ofrecer una salida de reconciliación, en la que, sin negar los sufrimientos y las injusticias, finalmente los valores humanitarios logran imponerse sobre el odio y el rencor.