El guionista rojo.
Es muy común en el cine encontrar propuestas que comienzan bien y terminan mal, que prometen al principio y defraudan en el trayecto. Trumbo es el rarísimo caso opuesto: una película que empieza con notables problemas narrativos pero que inesperadamente levanta promediando la cinta.
La presentación de Trumbo está hecha a retazos. Es caótica, apresurada y quizás un poco pretenciosa. Los múltiples personajes aparecen, dicen unas líneas y vuelven a desaparecer, como recurso narrativo de una trama que desorienta al espectador. Pero pasados los primeros 40 minutos el filme encuentra el rumbo y la historia se encarrila para bien, enfocándose en un argumento que de repente se torna interesante. A partir de ese momento la película empieza a sacarle provecho a su magnífico reparto y Trumbo resurge de sus propias cenizas.
Trumbo posee un potencial narrativo y un reparto que en manos de otro director podría haber alcanzado múltiples nominaciones al oscar, pero no es el caso. Su introducción, lamentablemente, es deficiente, pero quienes estén dispuestos a atravesarla se sorprenderán del nudo hacia adelante. Algunas películas valen la pena sólo por partes. Ésta es una de ellas.
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