Tully

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

El trío Jason Reitman, Diablo Cody, y Charlize Theron se unen nuevamente en "Tully", una mirada sobre la maternidad que profundiza sobre el ser mujer pasado los 40; por supuesto, con la acidez esperada. ¿Qué rol debe cumplir la mujer en la sociedad? ¿Debe cumplir un rol (pre)determinado? La cultura moderna se encarga de derribar los preceptos instalados históricamente, de ubicar al femenino como un receptáculo de bebés, criadora de niños, y encargada de las tareas del hogar.
Es una lucha larga, incansable, y e la que aún queda un largo tramo. No hace falta mirar muy lejos para observar la actualidad de nuestro país atravesada por gloriosas conquistas del colectivo feminista, el movimiento Ni una menos, y el proceso por la legalización del aborto. El cine también hace su aporte, y películas como Tully adquieren un matiz necesario desde esa subjetividad.
Hace siete años, el director Jason Reitman, recurría nuevamente a la guionista de "La joven vida de Juno", Diablo Cody, en "Jóvenes adultos". Ácida comedia dramática en la que Charlize Theron desplegaba todo su talento interpretativo para interpretar a Mavis Gary, una escritora de una saga de libros juveniles, estancada creativamente, y en su vida llena de aspectos sin resolver.
Lamentablemente, "Jóvenes adultos" no gozó del éxito de taquilla, ni siquiera llegó a estrenarse en nuestro país, pero de inmediato se convirtió en un film de culto y admiración. Ese mismo trío, repite en "Tully", una película que, como era de esperarse, mantiene varios puntos en común con aquella. Charlize ahora es Marlo, madre de un niño y una niña, más un tercero que carga en el vientre. Sí, a esta altura, es una carga.
Definitívamente Marlo está sobrepasada.
Entre encargarse de la casa y de los hijos, más un trabajo (actualmente en licencia por maternidad) que no la satisface y no sabe si podrá retomar luego del tercer hijo; tiene como para mantenerse muy ocupada.
Su marido Drew (Ron Livingston) colabora como padre “en los labores del hombre como padre”, los cuales no implican ni levantarse de medianoche. Ni hablemos de ser esposo – amante. El cuadro lo completa el hecho de que Jonah (Asher Miles Fallica) presenta un cuadro de ansiedad, con el que el colegio parece no querer lidiar. Marlo se olvidó de ser mujer.
Cuando el bebé finalmente nazca, su hermano Craig (Mark Duplass), de mejor posición económica, le ofrece pagar una niñera nocturna. Una mujer que se hará cargo de todas las labores de cuidado durante la noche, permitiendo que los padres puedan descasar. Que sí, que no, un buen día, como una Mary Poppins sin magia, llega "Tully" (Mackenzie Davis).
Pero esta mujer joven, lo opuesto a vitalidad a Marlo, terminará no sólo ocupándose del bebé, sino siendo una amiga y apoyo, para Marlo. Probablemente la Mavis de "Jóvenes adultos" observaría con cierto desprecio a Marlo, vería en ella todo lo que no quiere ser.
Es que la propia Marlo se mira con desprecio, no es feliz, pero tampoco encuentra el modo de expresarlo, más allá de una apatía cada vez mayor. Anahí Berneri ya lo había expuesto en "Por tu culpa". La maternidad, per se, no tiene por qué ser un estado de felicidad plena y absoluta que complete a la mujer. Más si por parte del hombre hay aceptación de que determinadas tareas (más allá de las lógicas físicas) corresponden sólo a la madre, y no están dispuestos a alterar su vida como sí lo hace la mujer.
Pero Reitman y Cody van más allá. La maternidad es transversal, pero también son los años de matrimonio, la rutina, el umbral de los 40, y el paso indefectible de la vida sin cumplir todas las metas que nos propusimos cuando éramos más jóvenes.
"Jóvenes adultos" y "Tully" se abrazan y forman una perfecta simbiosis. Con menos simpatía impuesta que la "Bienvenido a los 40" de Judd Apatow, y mucho más realista, "Tully" oscila entre el humor negro, la acidez, el drama (que puede ser muy profundo sin ser trágico), y la comedia existencial, generacional. Entre todos esos “tópicos”, encuentra un tono justo, adecuado, nada edulcorado, que nunca traiciona. Tully ofrece sonrisas, carcajadas, reflexiones, y diálogos muy punzantes.
El ritmo, por supuesto es el de la marca registrada del director de "Gracias por fumar". Charlize Theron es la otra pata de este trípode. Marlo no sólo es guion de diálogos mordaces y respuesta rápida, es cuerpo y actitud, y eso es pura obra de esta actriz que puede ser la bomba de "Atómica" o la criatura opaca de "Monster".
Es en ella dónde más de diferencia Jóvenes adultos de Tully. Theron e encarga de interpretarlas distinto, pero sobre todo de ponerles el cuerpo de modo diferente.
No es sólo que Mavis mantenía su figura, y Marlo se ve gorda y descuidada, es un andar, una postura, y una expresión hacia el mundo exterior. Quizás el camino que ambas recorran tenga el mismo destino, pero parten de lugares distanciados.
Ron Livingston, Mackenzie Vega, y Mark Duplass también encuentran su lugar de modo convincente en una historia con personajes bien delineados. De mirada actual, generacional, con momentos graciosos, dramáticos, y un sabor amargo, realista, pero no pesimista. "Tully" es otra bocanada de aire fresco para la cartelera por parte de un trío que sin lugar a dudas, debería mantenerse unido.