En el nuevo film del director Jason Reitman, Charlize Theron consolida un protagónico verosímil que conmueve.
Marlo (Charlize Theron) está casada y es madre de dos hijos en edad escolar. Con el nacimiento de su tercera hija su vida se ve sobrepasada, y frente a esa situación, su hermano (Mark Duplass) le hace un regalo inesperado: una niñera para que la ayude por las noches. Aunque al comienzo le resulta extraño, con el tiempo Marlo entabla una relación con Tully (Mackenzie Davis), una joven niñera tan desafiante como amable.
Tully (2018) logra una empatía inmediata con el publico gracias a un argumento realista que genera identificación. Además de ser un guión entretenido que va en aumento con cada una de las escenas. Y que no tiene mayores pretensiones que contar sin mediaciones una historia cotidiana.
Las problemáticas de una madre son expuestas con naturalidad y, junto a ellas, se hace referencia a las metas que quedaron relegadas. En ese sentido, la gran interpretación de Theron le aporta sensibilidad, cercanía y realismo a la película. Este personaje le permite mostrar su versatilidad de forma formidable.
Aunque pueda parecer un film “para mujeres”, y que posiblemente la mayoría de ellas se sienta reflejada con alguno de los aspectos, los hombres también tienen un lugar importante en el relato. Tully está bien planteada, genera un espacio de reflexión y sorprende hacia el final.
Por Jimena Díaz Pérez