Bello y elocuente documental En los últimos años, el cine argentino ha salido de su habitual centralismo porteño en busca de historias en el interior ligadas en muchos casos a los pueblos originarios. La situación de los wichis, por ejemplo, ha sido abordada tanto desde el documental (Sip'ohi, el lugar del Manduré, de Sebastián Lingiardi) como desde la ficción (Nosilatiaj: La belleza, de Daniela Seggiaro). A esos dos valiosos aportes se suma ahora esta ópera prima de Marina Rubino. Hablado -como en los dos ejemplos apuntados- en lengua wichi (y, claro, subtitulado), Tunteyh o el rumor de las piedras es un muy cuidado documental etnográfico que elude las principales trampas en las que podía haber caído: no se excede en la denuncia (aunque la hay), no cede a la tentación de la corrección política y no adopta una mirada paternalista ni demagógica. Un poco como en Soy Huao, de Juan Baldana (en aquel caso rodado en plena selva amazónica de Ecuador), Tunteyh? es una mirada antropológica -en el punto justo entre curiosa y respetuosa- sobre cómo los Nop ok wet, comunidad wichi de Salta, subsisten prácticamente aislados del mundo "criollo" gracias a un río que les provee desde la comida (son expertos pescadores) hasta el agua que usan para beber o lavarse. El problema es que ese río ya no es lo que era: su cauce ha sido desviado hacia Paraguay, los desechos propios de estos tiempos modernos (sobre todo de unas minas de Bolivia) lo han contaminado y ponen en riesgo su salud, mientras que el cambio climático producto de los crecientes desmontes genera inundaciones o sequías que también complican su supervivencia. La voz en off de Jairo, un maestro que oficia de narrador del film, y -sobre todo- sus elocuentes imágenes hacen de Tunteyh (palabra que define a un ancestral juego infantil con piedras que se transmite de generación en generación) una experiencia bella, sensible y por momentos fascinante.
El pueblo Wichí que resiste “Dame tus hijos, Rosa”, se dicen los chicos de la comunidad mientras juegan al Tunteyh. Y pronto sabremos que en esa práctica ancestral se esconde mucho más que un desafío infantil. Que allí anida un grito desesperado por la supervivencia de una cultura, la de este pueblo Wichí que resiste como puede la entrega de sus hijos, de su cultura. Tunteyh o el rumor de las piedras, el documental de Marina Rubino está contado desde adentro. La directora es alguien que escucha primero, para después sí contar y mostrar. Celebramos ese lugar tan distinto a otros. En paralelo y en contraste, vemos el derrotero de un pueblo saqueado, contaminado, privado de mantener sus costumbres, incluso las alimentarias. Todo acompasado por ese juego, transmitido de generación en generación, como su idioma, que también peligra. Pasado y presente. Vemos a los pescadores en el Pilcomayo buscando peces que se acaban, a los recolectores persiguiendo el chaguar que escasea y al joven Jairo, que trabaja como maestro bilingüe en la escuela, hablándonos de su cosmovisión, una palabra cuyo significado desconocía, pero le costó nada aprender. Es una película de contraste, dijimos. De los ancestros, los antiguos, con estos niños que rezan el Padre nuestro, o le cantan a la bandera de un patria que no incluyó su historia. “Salve Argentina, bandera azul y blanca”. Por eso celebran vivir lejos de la ciudad, porque allí la tradición oral y su lengua madre sobreviven, como sobrevive la leyenda de Tokjuaj en un Pilcomayo amenazado. Quieren saber si el agua todavía sirve, si también los está matando, y mientras tanto un niño nace, y los chicos siguen arrojando piedras al aire, en este juego para ampliar la familia. La cotidianidad de un pueblo, los Nop op wet. “Dame tus hijos, Rosa”, dicen ellos, que todavía escuchan el rumor de las piedras.
Otra forma de contar historias En Tunteyh o el rumor de las piedras (2013), película premiada en Montreal, la realizadora Marina Rubino aborda la problemática del medio ambiente en una comunidad wichí a partir de un relato que deambula ambiguamente entre la ficción y la realidad. Filmada íntegramente en la comunidad aborigen Nop ok wet del kilómetro 2, en el Chaco salteño, Tunteyh o el rumor de las piedras pone el foco sobre el tema del agua del Pilcomayo como principal preocupación de los pobladores. Preocupación que deviene a partir de un rumor y que a lo largo del film el espectador será testigo de como algo tan simple e inconsistente puede provocar una desestabilización. Desde lo técnico Tunteyh o el rumor de las piedras es un film con una construcción estética pocas veces vista en el género documental. No sólo en las imágenes, con encuadres de un preciosismo único, tanto por el paisaje natural cómo por la forma de retratar a los diferentes personajes, sino también en el trabajo sonoro, donde se juega permanentemente con los diferentes planos, tanto voz y ambiente, como también entre las voces. Pero más allá de lo estético, el film es mucho más valorable por la forma en que la realizadora elige encarar la historia y desde donde se planta. Si bien puede parecer en un principio que está enfocada exclusivamente sobre la comunidad wichí, y con una problemática que puede parecer alejada a las grandes urbes, ésta es universal y puede ser trasladada a la vida diaria de cualquier persona en cualquier lugar del mundo. La analogía que se establece con los medios de comunicación y el poder del rumor, por ejemplo, da cuenta de una directora que no necesita caer en clisés y lugares comunes para decir un montón de cosas que nos atañan a todos. Simplemente cambia la forma y el modo.
Tunteyh o el rumor de las piedras es un documental filmado casi íntegramente dentro de una comunidad aborigen salteña llamada Nop ok wet. Ellos viven a orillas del Rio Pilcomayo. De esas aguas beben, sacan los peces que son su alimento y se bañan. Pero este medio de sustentabilidad, vital para la comunidad, se está deteriorando. Los desmontes han provocado desbordes e inundaciones, y es posible que sus aguas estén contaminadas por la actividad minera que se produce en Bolivia. Si bien se puede pensar en Tunteyh… como en una obra sobre ecología, este trabajo de características etnográficas desarrolla distintos tópicos. La relación de la comunidad con lo “criollo”, la preservación del idioma y su cultura a través de la transmisión oral del conocimiento y la imposición de una cultura y una fe ajena mediante la educación pública son algunos de ellos. El nombre de este documental proviene de un juego ancestral a través del cual los niños wichí toman contacto con las nociones de unidad, cantidad, tiempo y espacio. Esta es una de las prácticas que han sobrevivido a las invasiones culturales externas. Durante todo el metraje existe la voz narradora de Jairo Martinez, un miembro activo de la comunidad que trabaja como maestro auxiliar bilingüe en la escuela primaria ayudando a los chicos wichí a integrarse a la educación estatal. Él, además, es quien toma la iniciativa de probar la veracidad del rumor que más inquieta a su sociedad, el de la contaminación del agua del río Al contenido la realizadora le aporta una búsqueda estética notable. Encuadres precisos, un elegante trabajo de sonido y la fotografía de Rafael Sammartino, que enfatiza la vitalidad y la fuerza de la luz solar, son las herramientas que utiliza Marina Rubino para llevar adelante esta valiosa propuesta. Por Fausto Nicolás Balbi redaccion@cineramaplus.com.ar
El texto de la crítica ha sido eliminado por petición del medio.
“They say they changed the river’s course toward Paraguay in order to water the land, and that’s why there’s almost no fish left. They say they are clearing the forest toward the north, and that’s why there are no hemp plants nearby. And the area floods as there are no trees to stop the water. They say the mines in Bolivia throw poison in the river. They say that children have to pray to someone else’s god. They say, everyone says,” calmly yet wearily says in Wichí the narrator of Tunteyh o el rumor de las piedras, the recently released documentary by Argentine filmmaker Marina Rubio about how the Nop ok wet Wichí community in Salta copes with pollution, the raiding of farmland, and our Western notion of progress. An in-depth exploration of the current situation is what the documentary mainly proposes, and that’s exactly what it delivers. It first goes for a more general approach, and as it unfolds, it gradually completes the panorama with plenty of details, observations, appraisals and, of course, sound conclusions. More than anything else, it’s a respectful inside look rather than a mere description of situations and facts. That’s where the commitment of the filmmaker lies. So there’s not a single hint of exoticism or the usual commonplace found in many features which, regardless of their best intentions, end up depicting native communities as little children in need for help from the white man. On the minus side, it’s too leisurely paced, so from time to time it does drag. Its sense of narrative does need a stronger drive that can truly move the story forward in an organic manner. As it is, sometimes you feel as though you were watching vignettes rather than scenes from an articulated feature. On the plus side, the subtle cinematography — be it the composition, the use of textures and colours, the framing — is indeed alluring and does convey the vitality of the community it portrays. Not once is it an artifice for embellishment. And yes, you will get to learn a lot about how the Nop ok wet wichí community in Salta exists, lives, and survives in an environment that often becomes hostile and unwelcoming.
¿Qué culpa tienen ellos? Si viven aislados de todo contacto con la civilización y no le hacen mal a nadie, ¿Por qué tienen que pagar el precio por un progreso que a ellos no les llega y ni siquiera están interesados en que les llegue? Si ellos pueden ser felices viviendo así como viven. Tunteyh o el rumor de las piedras es un documental que duele en el alma; que busca una comprensión que es muy probable que nunca llegue. En 2003 Marin Rubino se adentró en una comunidad wichí en Salta para realizar el documental televisivo Wichí del Monte y del Río; y ya ahí hablaba de la intromisión del hombre blanco en un rito ancestral. Tunteyh regresa ahí, para volver sobre la misma problemática pero desde otra perspectiva. Un juego de niños, un ritual con piedras que habla de la hermandad y la unión de pares, en ello se enlaza un relato de devastación, de desolación preocupante frente a la mirada de un integrante de la comunidad, Jairo. La comunidad de Nop ok wet ve amenazada sus costumbres y su subsistencia por razones que nada tiene que ver con ellos. Es un ataque ambiental del que ellos no forman parte más que como damnificados. El desvío de un Río hacia Paraguay, la explotación de una mina boliviana y la consiguiente contaminación del agua, deforestación, desaparición de especies animales y botánicas, y como si fuese poco una imposición cultural. Quienes viven en la comunidad no entienden las razones, desconocen qué es lo que los rodea, qué es lo que los agrede con circunstancias que escapan de sus manos, sólo quedan penas para ellos; y la sensación de hacerlos sentir inferior por ser diferentes. Tunteyh es un documental formal, de ritmo quebradizo, muchos podrán decir lento, pero es el ritmo de la comunidad. Se sigue con interés y logra penetrar en nuestras fibras emocionales. Hay una idea de que un cambio profundo, cultural, tiene que ver de parte nuestra, y también la idea de que ese cambio no va a llegar. Entonces, ¿Qué les queda a esta comunidad tan ajena a todo que desconoce lo vil que puede ser el hombre y su avaricia? Tiene que haber otra solución más allá de sufrir sin ser escuchados. Rubino, aquí, pone su granito de arena, funciona como el parlante para que su voz salga al exterior, para que nos demos cuenta que no estamos solos, que hay otra sociedad, con tantos derechos como nosotros, y que como tal, merece el mayor de los respetos.