Turbo

Crítica de Diego Batlle - La Nación

Si una rata pudo convertirse en chef de París en Ratatouille, por qué un caracol no puede transformarse en campeón de las 500 millas de Indianápolis. En el mundo de la animación, se sabe, todo es posible. Y cuanto más absurdo, mejor.

En su nueva producción animada, DreamWorks -estudio que produjo las sagas de Madagascar y Kung Fu Panda- ofrece una vistosa comedia de enredos a pura adrenalina con elementos que remiten a otro éxito animado como Cars y, sí, a la franquicia de Rápidos y furiosos (hasta hay picadas callejeras con bellas chicas como "decorado").

Como en Metegol -el otro gran estreno animado de hoy- la veta deportiva es el trasfondo, pero no el eje exclusivo de la trama. Allí el fútbol y aquí las carreras de automóviles sirven como contexto para historias de superación individuales sobre típicos antihéroes que alcanzan sus sueños a fuerza de creer, de buscar de forma obstinada y, claro, de algún empujoncito propio de corte fantástico.

En este caso, el típico perdedor que se redime es Turbo, un caracol que vive en medio de una plantación de tomates. El protagonista sueña con participar en las carreras (es muy buena la escena inicial en la que se "suma" a la imagen de un viejo televisor), pero todo le sale mal. Su hermano mayor Chet y el resto de la comunidad le recriminan que sea tan intrépido (la cortadora de césped de los jardineros, el triciclo de un niño cruel o unos cuervos que sobrevuelan el lugar son amenazas permanentes), pero él está decidido a salir al mundo real.

Lo cierto es que -no importa mucho explicar cómo- adquirirá unos poderes sobrenaturales que le permitirán al lento molusco convertirse en un bólido. Con la ayuda de otros caracoles y de unos obesos latinos que venden comida mexicana (personajes simpáticos pero bastante estereotipados, por cierto) llegará al mundillo del automovilismo profesional para desafiar al egocéntrico campeón francés Guy Gagné.

La película tiene una animación impecable (algo que ya es habitual en la producción mainstream de Hollywood, pero no está de más destacarlo) y un aprovechamiento integral de las posibilidades del 3D a la hora de trabajar los movimientos vertiginosos y la profundidad de campo, pero -más allá del encanto del protagonista y de varios personajes secundarios-en el resultado final hay algo de fórmula y déjà vu. De todas maneras, se trata de un entretenimiento de notable factura técnica y con una moraleja políticamente correcta que despierta más sonrisas que irritación.