No es fácil divertir con un caracol
Un caracol odia la lentitud de su rutinaria existencia y sueña con la velocidad de las carreras de autos. Dado que en la industria de la animación digital todo es posible, un extraño accidente convierte al caracol en un mutante ultrarrápido, listo para competir y ganar en un circuito profesional, nada menos que Indianápolis.
El chiste de volver veloz a un caracol es bastante elemental, y el desafío de "Turbo" es darle detalles atractivos a semejante asunto minimalista y previsible. El problema es que por más que se lo intente, no hay manera de aportarle carisma a un caracol, por más ultraveloz y fosforescente que sea, aun en 3D, y con toda la pericia técnica de los estudios Dreamworks.
Por suerte hay personajes secundarios, diálogos irónicos y, sobre todo, fascinantes climas visuales para hacer realmente entretenido todo el asunto.Sin poder sacar la trama de su obviedad inclusive desde el punto de vista del público infantil-, de todos modos la película incluye gags de humor negro con algún toque de realismo en sus apuntes sobre la dura vida del caracol, siempre a punto de ser aplastado por algún ser más grande. Es decir, casi todo ser vivo que lo rodea.
Los guiños a la saga de "Rápido y furioso" y la dinámica banda sonora ayudan a que todo camine velozmente hacia el momento culminante. Que, por supuesto, incluye una carrera en la que un bicho pequeño y baboso compite en medio de autos de verdad, con ruedas, motor y carrocería, y no sólo un caparazón mutante. El climax tiene todo el vértigo y la superacción surrealista digna de las ideas dementes de genios del cartoon analógico como Tex Avery, que de todos modos siempre mantuvo la moderación necesaria para ni soñar con hacer un largometraje protagonizado por un caracol.