Molusco a máxima velocidad
Si hay algo entrañable en esta producción animada son los personajes que dan en el blanco con sus ocurrencias. El film llega de la mano de los mismos realizadores de Madagascar, Kung Fu Panda y The Croods.
Con tamaños antecedentes, Turbo se focaliza en las aventuras de un caracol obsesionado con las carreras y las altas velocidades (el comienzo frente a una pantalla de televisión confirma buenas ideas) mientras se dedica a recolectar y comer tomates de un jardín familiar. Con este inicio el director David Soren explora una comunidad diminuta en la que una podadora de césped, el triciclo de un niño o un trío de buitres se convierten en amenazas permanentes. Sin embargo, la suerte del pequeño y lento protagonista cambia cuando cae en el motor de un auto y adquiere superpoderes que deberá aprender a controlar para cumplir su sueño: participar en la carrera de Indianápolis 500.
El óxido nitroso carga cada átomo de su cuerpo y altera su estructura molecular al punto de alcanzar grandes velocidades. Al ritmo de "We are the champions", de Queen, Turbo expone además una simpática galería de personajes secundarios: los mellizos que preparan tacos (lo mejor del film), junto a la mecánica y la anciana oriental que trabajan en un centro comercial que pocos visitan. Las luces y las mieles del éxito llegarán para todos en esta eficaz propuesta que se suma a la competitiva cartelera de estrenos en vacaciones de invierno. La animación pisa el acelerador a fondo.