Turbo es la historia de un caracol que sueña con ganar las 500 millas de Indianápolis. Una locura de entrada, claro, pero narrada de manera concisa, sin desvíos y recto al punto. En los EE.UU., este sub género suele denominarse “underdog story”, la historia -casi siempre deportiva- de alguien que gana aunque no tenga, originalmente, cómo. Parte del sueño americano, claro, aunque en este caso sirve de vehículo para narrar la historia de un grupo y de dos pares de hermanos (unos caracoles, otros humanos). Hay buenos gags y nada es gratuito dentro de la fantasía de la película, aunque la originalidad brilla por su ausencia. Eso sí: la pandilla de caracoles locos que corre, vuela, salta y hace lo imposible es de las mejores invenciones del cine animado en los últimos años aunque, desgraciadamente, tienen menos tiempo en pantalla de lo que uno querría (están muy cerca, en su belleza de diseño y su carácter puramente “cartoonesco” y absurdo, de los venerables pingüinos de Madagascar).