Si tantas veces cuesta calcular el valor de las cosas, la tarea de valorar personas y vínculos es mucho más complicada y riesgosa.
La inteligencia práctica de Inés pone en marcha la maquinaria de preservación de su matrimonio herido de muerte el día que encuentra un papel destinado a su marido, con la palabra ‘tuya’ en rojo labial intenso.
Andrea Pietra interpreta el rol de la mujer engañada que sigue adelante contra todo. La actriz se mete en los movimientos y gestualidad de un ama de casa con la suficiente codicia como para no entregar el patrimonio por el detalle de un desliz comprobado en silencio. La dignidad no es un asunto a considerar para la señora de Ernesto (Jorge Marrale). Con él y su hija adolescente, Laly (Malena Sánchez), comparten una vida tranquila a fuerza de silencios y complicidades.
Tuya, la película de Edgardo González Amer, basada en la novela de Claudia Piñeiro, es un thriller doméstico, por momentos gracioso, que entretiene y deja varias preguntas flotando.
Los temas son convencionales y hay varios clichés pero el resultado mantiene al espectador intrigado, detrás de los movimientos de la incansable Inés. Andrea Pietra lleva en su nombre, ropa cara (apenas un indicio sobre la posición económica a juego con la casa y los autos), la cara sin maquillaje, la expresión perdida y alerta a la vez. La cámara se ocupa de ella con la misma obsesión que transmite el personaje cada vez que aparece un nuevo indicio de la doble vida de su marido adorado. Para Inés, la infidelidad de Ernesto es el motor que la mantiene en forma, despabilada y activa.
El trabajo actoral de Pietra se complementa con la ductilidad de Marrale para crear a Ernesto. El hombre mide a su esposa en cada palabra, manipulador y muy creativo dentro del planteo ingenuo del guion. Inés, que todo lo controla, no descubre el elefante en la sala.
Enriquece el cuadro sociológico y la pintura del matrimonio que ha quedado en la fachada, la hija de la pareja. Malena Sánchez los acompaña con los elementos mínimos pero rotundos de una adolescente invisible para sus padres. Ellos nunca verán qué ocurre con Laly porque viven en otra frecuencia.
Juana Viale como Charo, pasea su belleza agregando suspenso al cuadro general de hipocresía.
Tuya plantea el costo de las relaciones, la mezcla insoportable de patrimonio y sentimientos genuinos. La película abre el debate sobre el género puesto bajo la lupa, cuando la mujer que nunca se rinde, a pesar de las evidencias, se dice a sí misma: “No vamos a arruinar nuestra familia por una calentura”.