Tuya

Crítica de Gaspar Zimerman - Clarín

Ama de casa desesperada

El retrato de la hipocresía en la clase media alta y la imprevisibilidad de su protagonista la hacen una película para ver.

Las viudas de los jueves, Betibú y ahora Tuya: las tres novelas de Claudia Piñeiro llevadas al cine tienen en común el retrato de un sector social, la clase media alta, que trata de mantener las apariencias y su estilo de vida más allá de cualquier obstáculo. Aunque ese obstáculo sea un asesinato, o varios.

A diferencia de las dos primeras, Tuya no transcurre en un country, sino en un barrio acomodado de los suburbios, pero el espíritu de los personajes es el mismo y el acento vuelve a estar puesto en la veta policial de la historia. Que empieza cuando Inés (Andrea Pietra), ama de una casa acomodada, descubre que su marido, un exitoso empresario (Jorge Marrale), le es infiel.

Si toda adaptación de una obra literaria al cine implica cierta dificultad, el grado aumenta cuando la novela está narrada en primera persona. ¿Cómo reemplazar ese punto de vista? Es muy difícil no caer en la voz en off, un recurso generalmente molesto. Tuya no es la excepción, aunque el efecto negativo de esa voz está atenuado por el mordaz contenido de algunas de las reflexiones de Inés sobre la fidelidad y el matrimonio.

Lo interesante de la trama es que, ante el descubrimiento de que es engañada, ella no tiene ninguna de las reacciones previsibles. Nunca sabemos hacia dónde irá este ama de casa desesperada. Lo mejor de la película está ahí, en la descripción, liviana y ligeramente humorística, de ese micromundo, de los comportamientos de esa mujer despechada, de la dinámica interna de esa pareja gastada por el uso y su vínculo, casi nulo, con su hija adolescente, que protagoniza una inquietante subtrama.

El asunto se torna más tosco cuando se pone serio y entra en juego el aspecto policial, porque muchos de los recursos son trillados y varias de las situaciones están resueltas de forma poco creíble. Es en esos momentos cuando más se nota el acotado presupuesto de producción; unos cuantos detalles poco logrados le dan una pátina de vieja ficción televisiva al conjunto y le restan verosimilitud.